Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

16 mayo 2014

NATURISMO: SU ARRAIGO DEFINITIVO EN CASTRO DEL RÍO Y SUS CONTORNOS (1920-1922).



    El fenómeno, moda, doctrina o forma de vida que apareja la práctica del Naturismo no es exclusivo del movimiento obrero anarcosindicalista. Estuvo también muy extendido entre los círculos socialistas y de la izquierda republicana pequeño burguesa. En la provincia de Córdoba, exceptuando la capital y algún que otro seguidor aislado en la comarca minera de Peñarroya-Pueblonuevo, la mayoría de grupos y seguidores se concentran en las poblaciones pertenecientes a la Federación Comarcal de Castro del Río y sus contornos, afecta a la C.N.T.
     Antes, incluso, de los viajes y primeros contactos con el Dr. Eduardo Alfonso, determinantes para su definitivo arraigo, podemos constatar la existencia de profesos del credo vegetariano naturista en sus diversas formas (frugívoros, crudívoros, heliópatas, bañistas…) en poblaciones como Bujalance (Francisco Toro López; y los hermanos Manuel, Teresa y Juan Abril), Cañete de las Torres (Francisco Capilla Zamorano), Montemayor (Benito Cordobés Herencia), Espejo (José Aquilino Delgado) o Castro del Río (Pedro Villatoro Garrido “El Bueno”).

   Los primeros que anuncian constituirse en grupos son los practicantes de Espejo y Castro del Río. El proyectado grupo de Espejo no terminaría de fructificar hasta algo después, siendo la iniciativa que emana de Castro del Río la primera en adoptar la forma de grupo organizado:

Grupo Vegetariano-Naturista

    De Castro del Río nos comunican la constitución definitiva del grupo que encabeza estas líneas.
    Sus componentes saludan fraternalmente, por nuestro conducto, a cuantos ya constituidos esparcen la buena semilla, y ofrecen su concurso y relación en todo aquello que sea necesario. Cuantos quieran, pues, con ellos relacionarse pueden dirigirse a nombre de Pedro Villatoro, en Castro del Río (Córdoba), calle Sin salida núm. 1.
   Creemos inútil hacer constar cuanto nos complacen estos deseos de mejoramiento moral, intelectual y físico que evidencian entidades y grupos , y es de esperar, que en todas las localidades se constituyan semejantes núcleos de actividad regeneradora, a fin de, en no lejano tiempo, tocar los beneficiosos resultados de todo orden.
   Camaradas, ¡adelante siempre!

(HELIOS JUNIO DE 1919)


     Como consecuencia de aquella primera visita de propaganda del Dr. Alfonso en el otoño de 1919 nacen los grupos de Córdoba y Montemayor
     Los mentores del grupo cordobés son el librero Rogelio Luque Díaz y su  inseparable amigo y compañero Francisco Serrano Olmo (natural de Cañete de las Torres). Ambos desde atrás se hallaban relacionados con otra corriente de perfeccionamiento humano muy en boga entre los círculos obreros y republicanos: “El Esperantismo”.
    Rogelio Luque (natural de Priego de Córdoba) antes de establecerse como librero trabajo como dependiente de comercio en la capital cordobesa, de cuyo gremio (Unión de Dependientes) llegó a ser Presidente.
    El primitivo grupo vegetariano-naturista que nace a principios de 1920, poco después se reformula dentro de un proyecto más ambicioso que titulan “Sociedad de Cultura y Altruismo”:

   “Esta entidad cooperará con todos sus esfuerzos y por cuantos medios estén a su alcance a la divulgación y fomento de las ideas naturistas y de tondo cuanto tienda a la cultura y perfeccionamiento del hombre. Cultivará y desenvolverá el idioma universal Esperanto, como fácil expresión para estrechar los lazos de unión entre los hombres”.

Rogelio Luque con su compañera Pilar Serasola
    Entre los miembros de su Junta Directiva se encuentra el castreño Antonio Pérez Rosa, hombre de peso de la organización sindical de Castro del Río, que en 1919, tras aparcar la vida societaria, se había instalado en Córdoba con un taller de ampliaciones fotográficas. No aparece su ex correligionario y socio Benito Cordobés, que ante la escasa rentabilidad del negocio fotográfico regresaría a Fernán Núñez donde residía desde que prácticamente lo expulsaran de Montemayor, al fracasar en su intento de establecerse con una Escuela Racionalista, que sería finalmente clausurada. Ambos debieron de iniciarse en el Naturismo durante su primera etapa de militancia en Castro del Río.
    Esta sociedad cordobesa, por volumen y preparación, fue capaz de redactar unos estatutos que regularan su funcionamiento y de formular el Ideario por el que se había de regir su actividad. Destacamos lo siguiente:

   “El Ideal más grande del Hombre es ser libre, y nadie ha de conseguirlo si, ante todo, no se perfecciona a si mismo para que la sociedad de la que forma parte sea buena, fundamento indispensable de la verdadera libertad.
   Para conseguir la perfección debe practicar todas las costumbres sanas que dignifican, y ha de estar exento de vicios que denigran, imponiendo a todos sus actos la más estricta moral y el más puro altruismo.
   El hombre, para obtener el bien propio, ha de elaborar el ajeno, sin esperar de sus actos otra recompensa que la satisfacción de su conciencia.
   El uso del tabaco, el alcohol y los juegos con interés empieza como pasatiempo y acaba en vicios denigrantes, que causan la degeneración humana; por ello, todo hombre, que de tal se precie, ha de librarse de los mismos, cambiando sus costumbres actuales en el comer y en el beber, en el vestir y el respirar y hasta en el pensar y en el querer. Y cuando todos estemos  libres del vicio, que tan humillantemente no esclaviza, la humanidad habrá alcanzado la perfección social. Sólo entonces el hombre será libre”.

   Esta declaración de intenciones nos sirve para comprender el apodo o remoquete de “El Bueno” que en Castro del Río le colocaron a Pedro Villatoro Garrido, ferviente defensor de estas corrientes de regeneración humana. Según confidencias reservadas, no se hallaba aquejado de dolencia o enfermedad alguna. Murió de viejo y su biblioteca particular fue pasto de las llamas ante el típico miedo a la represión puesta en marcha por los “Salvadores de España”. Desconocemos hasta qué punto pudo ser molestado.
   Fruto también de aquellas primeras propagandas es el Grupo Regeneración Naturista de Montemayor, que nace en la primavera de 1920 y que en agosto del mismo año acoge al Dr. Eduardo Alfonso, que pronunció una conferencia en el Teatro Torre: “Naturistas célebres y medicina natural”.


   “El Dr. Alfonso, correcta y mesuradamente como él sabe hacerlo, nos demuestra que las más preclaras inteligencias que en todo tiempo han servido de norte y guía al género humano, han sido exclusivamente frugales.
     Dice que la vacuna y toda esa serie de sueros más o menos preservadores de todo tipo de enfermedades, no sirven  más que para atrofiar la fuerza vital del pobre enfermo y para que acumulen dinero sus explotadores”.

   La crónica la remite José Lucena (Presidente), que debe ser José Lucena Sánchez, directivo del CIO-SOV de Montemayor, Matías Torres consta como Secretario, mientras que Antonio Moral Torres, un pegajulero adepto, fue el encargado de presentar al Dr. Alfonso.

    A principios de 1921 el primitivo grupo naturista creado por Pedro Villatoro adopta título o denominación:

   
“Con este poético título, que nos recuerda a aquel inmenso rio por do pasa un caudal inmenso de filosofía, conocido por mitología griega, se ha constituido un nuevo grupo en Castro del Río, bajo la presidencia del entusiasta naturista Pedro Villatoro Garrido.
    Todos los elementos que lo integran sienten vehementemente deseos de propagar las doctrinas naturistas, porque están plenamente convencidos de la eficacia moral de sus principios, que por si solos bastarían para levantar el espíritu de los hombres del fango de sus concupiscencias para elevarlo a las más altas regiones de la luz, donde la virtud es el único tirano ante cuya potestad se humillan”.




    Por las mismas fechas se produce el asalto a otra posición elevada de la campiña, la villa de Espejo, donde se constituye un Grupo Vegetariano, que en el escrito que remiten a la prensa manifiestan unos propósitos similares a los de sus vecinos de Castro del Río: “Abstenerse de los perniciosos vicios del tabaco, las bebidas alcohólicas y el juego de naipes, como primer paso, siguiendo la selección del régimen alimenticio en todo lo que racionalmente sea equilibrio para una vida placentera y anhelante a todo lo sublime”.
    Entre sus primeros observantes encontramos a dos hombres estrechamente relacionados con el movimiento obrero local. Se trata de José Aquilino Delgado y Demófilo Villatoro Requena. Este último había representado a la sociedad de Artesanos-Oficios Varios en el II Congreso de la Confederación del Trabajo celebrado en Madrid en junio de 1919. Era hijo del sastre Carlos Villatoro Reyes (simbólico Demófilo), hermano de padre del castreño y también sastre Vicente Villatoro Aranda. Ambos militaron en la logia masónica "García Vao" de Castro del Río (1888-1893).
    Se presentan en público el 24 de marzo con una Conferencia en el Teatro: “Maravillas de los baños de sol, como curan las enfermedades” impartida por el profesor Canetti:

    “Principió entonando un himno al Sol y al sistema planetario, y dio a conocer la importancia que ejercen los rayos solares para purificar todas las dolencias del cuerpo. Presentó numerosas proyecciones de curas de tuberculosis, que ilustraron grandemente al selecto auditorio, que las escuchó con verdadero interés. La conferencia del señor Canetti ha sido un inmenso poema de amor, de paz, de arte y filosofía”. 

Profesor Canetti


   Alejandro Canetti Simonciani, un suizo de padres italianos con aires de bohemio y discípulo de Unamuno en Salamanca, fue pionero del alpinismo, militó en la Masonería e impartió lecciones de alemán e italiano en el Ateneo de Madrid. Llegó al Naturismo a través de la práctica deportiva. Terminaría convirtiéndose en un incansable propagador del Naturismo, a modo de profesional itinerante de la conferencia, lo que le permitió viajar a lo largo y ancho de la geografía española, incluidos sus archipiélagos. El tema desarrollado en Espejo lo esparció por los más dispares rincones del país entre 1918 y 1923.
    En la primavera de 1921 se produce una escisión entre los naturistas castreños que puede que guarde relación con la crisis del obrerismo local y con la incorporación de nuevos practicantes desde otra procedencia ideológica. Aparece un nuevo grupo denominado Fundamento:


     Precisamente, en esta misma dirección postal de la calle Nueva Salud nº 29 coincidirían durante el verano el Dr. Eduardo Alfonso y el veterano anarquista sevillano Manuel Pérez y Pérez.


    Durante los meses de julio y agosto de 1921 el Dr. Eduardo Alfonso fija su residencia en Castro del Río. Pasa consulta de medicina natural en la huerta de su amigo y cliente Antonio Pérez L. Toribio, debajo de un albaricoquero:

    “Los enfermos venían, usando toda clase de medios de locomoción, atraídos por el éxito de nuestras primeras prácticas y ansiando que les diese la ablución en las aguas del Guadajoz, que era así como una especie de Jordán de mi apostolado. Allí mismo, un inspector de Sanidad me pidió el título profesional, por intermedio de un guardia, y esparció entre mis enfermos que yo llevaba escondida una máquina de picar carne para preparar en ella, sin ser visto, lo que me guisaba la patrona al efecto”.


    Manuel Pérez y Pérez, un trabajador del campo natural de Écija (Sevilla), procedía de la exaltación obrerista de principios de siglo. Desde Sevilla, en cuyo Centro Obrero jugó un papel destacado, pega el salto en 1912 al segundo departamento de La Carlota (Córdoba), donde en unión de su prima Ángeles Montesinos lograron poner en marcha una sociedad obrera y una Escuela Racionalista. Representa al Centro Obrero de La Carlota en el Congreso fundacional de la FNOA celebrado en Córdoba entre el 17 y 20 de abril de 1913. Poco después se instala en Córdoba donde consiguió trabajo en un taller de ampliaciones fotográficas. Le duró poco el asiento. Entre 1914 y 1916 se entrega a la propaganda itinerante por los pueblos de la campiña de Córdoba. Díaz del Moral define su táctica propagandística como similar a la empleada por los nihilistas: “En los pueblos en los que no existía organización o se encontraba decaída se presentaba en los cortijos y caseríos, tomaba parte en el trabajo si era preciso  y por las noches y en los descansos predicaba a los obreros”.

    Aquejado de problemas de salud (parálisis parcial) se retiró a su tierra donde regentó una pequeña librería dedicada a la venta de libros y folletos orientados en sus ideas. Para poder desplazarse hasta Castro del Río ese verano de 1921 y  entregarse de lleno al régimen vegetariano y naturista recurrió a una original sistema para la obtención de ayuda: una rifa.

    Desconocemos hasta que punto aquellos meses de huerta en Castro le ayudaron a aliviar sus males.
   En la primavera de 1922, en vísperas de una nueva visita de Eduardo Alfonso y tras fracasar el "Grupo Ceres" en su empeño de recabar el apoyo de todos los grupos de la comarca para traer de gira de propaganda al Dr. Casiano Ruiz Ibarra, se aproximan y terminan fusionándose los dos grupos locales:


    El Dr. Alfonso, finalmente, no pasó consulta aquel verano debajo del albaricoquero de la huerta de Antonio Pérez, como se había anunciado. En noviembre de 1922 arranca con una nueva gira de conferencias de divulgación, que le sirven, de camino, para promocionar su libro “Como os curala medicina natural”, editado por primera vez en 1921. Su primera escala fue la provincia de Córdoba, pasando por Málaga y rematando la gira en Bilbao.
   Aquella gira la resume en un artículo titulado “Andanzas Naturistas” que apareció publicado en Acción Naturista. Aunque extenso, trascribiremos su periplo completo por aquellas localidades cordobesas en las que tenía adeptos al Naturismo y clientes de su medicina natural:



    El primer punto de parada en nuestra ruta fue Córdoba, esa mística y alegre ciudad, capital de la provincia andaluza de más fondo, en la que nos acogió el fraternal afecto de la familia Luque, y donde el naturismo se mantiene merced a la única labor de dichos amigos. Aquí no fue posible dar ninguna conferencia.
    Seguidamente pasé a Espejo, donde una crisis de trabajo mantenía dispersos a gran parte de los consecuentes naturistas de este sano pueblo. Es Espejo un pueblo notable por su grado elevado de sanidad y los frecuentes casos de longevidad que se dan en él. Situado sobre un cerro, en cuyo espejo se mira toda la provincia, sus mujeres se ven obligadas a subir empinadas cuestas con su cántaro de agua cogido en las fuentes de la ladera, y semejan la gallardía, derechura y fortaleza de las pescadoras vascas con sus cestos en la cabeza, o de las mujeres de Guisando o Candeleda en la sierra de Gredos, que como los hombres y niños, han andado y aun andan completamente descalzos, a pesar de que la mal entendida civilización va violando esta sana, natural y fortificante costumbre. En Espejo tuve la ocasión de hablar con una anciana de 101 años, que conservaba íntegras las facultades intelectuales y casi todo el poder de los sentidos, y que subía las cuestas haciendo competencia a sus incontables nietas y aun biznietas. Conservo su retrato y datos biográficos, deduciendo de ellos que el motivo de su longevidad ha sido su vida metódica y laboriosa, haciendo buena la frase de Rousseau, de que la temperancia y la laboriosidad son los dos verdaderos médicos del hombre. Su temperamento sanguíneo (el más vital de todos) y su buena constitución fueron las bases de su dilatada vida.
    Otros casos me citaron de personas de más de 100 años, entre ellas un anciano con 104 que viaja sólo. De la admirable salud y vigor del pueblo espejeño da también buena muestra el noble matrimonio propietario de la fonda que me albergó, ella de setenta y tantos años y de ochenta él, que después de haber tenido veinticuatro hijos, aun les queda vigor, a ella para atender a las necesidades de los huéspedes, y a él para trabajar en su oficio de sastre (al cual se dedica desde los nueve años), a más de bajar por mañana y tarde , haga buen o mal tiempo, a buscar a los viajeros al automóvil, aprovechando las ocasiones para su acostumbrado paseo. Esta buena señora me dijo, hablando de cómo había criado a sus hijos, esta frase clarividente en su misma ingenuidad: “Yo creo que la limpieza es superior a la medicina”. Es la medicina misma, hube de contestarle apresuradamente.
    Uno de los hijos de este buen matrimonio es el consecuente,  puro naturista y buen amigo Demófilo Villatoro, que nos hubo de acompañar en nuestra visita a Fernán Núñez, y que fue ganador en Espejo de un concurso de levantamiento de pesos, y por cuya atlética y armónica musculatura es un verdadero caso práctico de crédito para el Naturismo, tanto más cuanto que, gracias a la higiene naturista integral, no se ha hecho esta exuberancia física con detrimento de la inteligencia y el espíritu.
   De Espejo, donde tampoco fue posible dar conferencia, pasé a Castro del Río, la perla del Naturismo cordobés, en donde los amigos de siempre me demostraron su invariable amistad y su firme convencimiento en nuestras ideas de salud, paz y tolerancia.
    Apenas entre en el pueblo, adonde llegué andando desde Espejo, con el buen amigo Bello, me encontré a su actual alcalde D. Antonio Pérez, a quien tantas atenciones debe el Naturismo de este pueblo, y ya en su seno, quien me notificó tener un local a mi disposición para dar una conferencia naturista e indicándome su deseo de que hablase del árbol frutal, ya que, en colaboración con los naturistas de este pueblo, proyecta una fiesta del árbol que desentumezca la opinión del vecindario en este punto.
    En el local de las escuelas públicas - cuyas clases hubieron de suspenderse para hacer mi disertación -  nos reunimos, presididos por el alcalde y los naturistas de Castro, todas las personas que permitió uno de los salones, y tuve el gusto de hablarles de la utilidad de los árboles frutales y de sombra, y como propina, de los errores de la terapéutica por drogas, vacunas y sueros, cuyo punto motivó la indignación de un profesor veterinario, quien con nuestra venia refuto mis argumentos y me dio motivo para que en mi rectificación explanase a mis anchas (aunque no del todo) los argumentos en contra de tan funestos procederes. Dicho señor veterinario, al terminar la conferencia, me invitó a ser vacunado para convencerme de la utilidad de esta práctica, y yo, ni que decir tiene, me dejé … no vacunar.


    De Castro, donde siempre recibí inmerecidas atenciones de aquel grupo naturista, pasé a Baena, donde ahora he estado por primera vez.
    Realmente en Baena no hay Naturismo propiamente dicho, sino unos cuantos hombres y alguna mujer de buena voluntad, curados con nuestros tratamientos, agradecidos al método natural, que ahora empiezan a estudiar nuestras ideas en todas sus ramificaciones. Son ingresados por el dolor, que han sabido aprovechar las lecciones del mal, y que empiezan a vislumbrar las puertas del paraíso perdido. Entre ellos, Félix Ortega, la familia Galisteo y algunos otros, cuyos nombres no tengo ahora en la memoria, sobresalen por su fe, su rectitud y su sinceridad. Son personas modestas dignas de nuestro apoyo. Haciendo un sacrificio pecuniario y de tiempo organizaron a maravilla una conferencia en el teatro grande, en la que les hable de alimentación vegetariana, tema con el que acostumbro a iniciar la exposición de ideas naturistas en todos sitios, por considerar fundamental para el resto de la evolución humana el vencer al vientre. La concurrencia fue realmente extraordinaria, no faltando, según me dijeron, los cinco médicos del pueblo; es el primer caso en que me ocurre semejante cosa, lo cual habla muy en favor de la propaganda hecha por los naturistas baeneros, y de mis cinco colegas, que, al contrario que la mayoría de los demás pueblos, han demostrado interés por saber algo más, algo nuevo.
    De Baena salí para Montilla en compañía del buen amigo y convencido naturista de Priego D. Juan Luque. En Montilla, donde otras veces estuve y dí conferencias, sólo encontré la buena amistad de los incondicionales de siempre y especialmente D. Antonio Martínez, que con la inteligente ayuda de su esposa, mantiene una troupe de pequeños naturistas que da gloria verla. En Montilla se conoce que la fuerza del vino ha vencido a la del Naturismo, pues aparte algún nuevo ingresado por el dolor, no hay ni un nuevo naturista por convicción. ¡Lástima grande que esto suceda en un pueblo de salud tan diferente, y donde, por causa del alcohol, tanto abundan los enfermos del hígado y del corazón! Aun no han conocido los avisos del mal.
    Después de Montilla tocó mi suerte en Fernán Núñez, pueblo más culto y de más interés por el estudio y las cosas elevadas, como lo prueba su centro filarmónico, que dio una nota fuertemente simpática, allí en el teatro di una conferencia sobre las verdades tradicionales de la medicina naturista, que fue escuchada con singular interés. Los amigos de aquel grupo siguen con toda su  fe la propaganda naturista, predicando con su ejemplo.



    Al día siguiente nos despertó la ventura de una deliciosa excursión a una huerta de Montemayor,  donde en compañía de los naturistas de Fernán Núñez y los entusiastas amigos de aquel pueblo pasé uno de los mejores días de mi vida. Allí, en contacto con nuestra Eterna Madre, tomamos un gratísimo baño de sol y nos dimos un soberbio baño de natación en un poético estanque rodeado de naranjos. Todo un poema de naranjas, agua y sol, en pleno noviembre, que terminó con un ágape de honor a la Vida, en el que se turnaron las deliciosas uvas, el melón sano y refrescante de aquellos terrenos, y las insuperables granadas del suelo cordobés. Al ver a aquel grupo de hombres unidos por el color moreno de su cuerpo, por esa mota de profunda igualdad que da la ausencia de esa cáscara hipócrita y endiosada que se llama vestido, por su comunión de ideas sanas y sencillas, tomando por todo alimento algunas frutas y bañando su cuerpo en el agua fina del mes penúltimo del año, algo dulcificada por el majestuoso sol andaluz, cualquiera hubiese juzgado serenamente de nuestra positiva locura , de la cual no hemos ni de justificarnos siquiera , si es cierto el refrán de que sólo los niños y locos saben decir las verdades, pues si fuésemos como niños, no olvidemos que Cristo nos prometiera el Reino de Dios, y si como locos se nos tildase, nos consolaríamos con poder decir la Verdad.
    Con esto terminé mis andanzas cordobesas después de haber tendido nuevos lazos y fortificado los antiguos.

CONTINUARÁ

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