Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

21 marzo 2012

"Porcuna bajo las Banderas de la Falange isleña" (Aires de Historia)


     Segismundo Díaz Bertrana, un joven canario, de apenas 17 años cuando se produce la sublevación militar de 1936, era hijo de José Díaz Hernández, prestigioso abogado de Las Palmas y padre de una numerosa familia.
     Tras cursar el bachillerato, donde ya destacó por sus aficiones literarias, durante el año académico 1935/36 principió la carrera de de Derecho en la Universidad de la Laguna, que compaginaba con la dirección de una revista cultural estudiantil.


     Imbuido por ese espíritu patriótico y redentor, tan extendido entre los partidarios de la sublevación, coincidiendo con que su padre era designado para presidir la gestora municipal, se enroló como voluntario en una de esas primeras expediciones organizadas por la Falange Canaria que se desplazaron hasta la península para combatir a “los enemigos de la religión y de la patria”.
     Las camisas azules de la Gran Canaria serian destinadas al frente de Andalucía y articuladas dentro de la columna comandada por el Tte. Coronel Redondo (integrada por fuerzas de diversa procedencia), que durante el mes de diciembre de 1936 operara en  la comúnmente conocida como “Campaña de la aceituna”, desarrollada justo en los límites de las provincias de Jaén y Córdoba, rematada con la definitiva  ocupación de Porcuna el primero de Enero de 1937.
     Los falangistas canarios entraron en Porcuna con el grueso de las tropas nacionales, aunque, por su escaso rodaje y experiencia, apenas si  tuvieron protagonismo, actuando mayormente en retaguardia en misiones de apoyo. Pese a ello, en Bujalance sufrieron numerosas bajas al ser alcanzada su unidad por una bomba lanzada por la aviación republicana.


     Por la importancia estratégica de la plaza conquistada y su proximidad a las líneas republicanas, varias unidades de regulares, tropas de infantería del 2º Batallón de Cádiz y las Milicias Canarias de Falange establecerán su Cuartel General en Porcuna para guarnecer la zona ante previsibles contraataques del ejercito republicano.
     Es justo en este momento cuando el joven falangista canario recibe el encargo de realizar tareas de corresponsal de guerra para el diario Falange, órgano de F.E de las J.O.N.S de las Palmas. 


     Fueron aproximadamente seis meses durante los que los falangistas canarios permanecieron en Porcuna. Sus crónicas, aparte de alojar numerosas muestras de la típica retórica falangista, suministran noticias y anécdotas relacionadas con su transcurrir diario en aquellas posiciones defensivas y detalles sobre alguna que otra operación hostil lanzada por el ejército republicano.


    Un extracto de esas crónicas lo dejaremos para mejor ocasión, centrándonos ahora en un extenso artículo, de componenda historicista, remitido bajo el título que encabeza la entrada.
     Presumo que su autor se serviría de alguna enciclopedia o del libro "La ciudad de Porcuna", de Eugenio Molina R. De Aguilera, editado por la Imprenta "El Sol" (Porcuna 1925) para documentarse sobre la historia de la localidad y ponerla, siguiendo directrices marcadas desde arriba, intencionadamente al servicio de la épica y de la gesta guerrera-conquistadora emprendida. No faltan tampoco en su discurso ideológico algunos tópicos relacionados con lo andaluz (vino, toros y bailarinas).


     Porcuna es un pueblo que por circunstancias de la historia está enclavado en lo alto de un cerro. Un típico pueblo de esta Andalucía de claras noches y cielo azul. De esta región de España en que la tierra está siempre cubierta por el verdor del olivo, en la que se bebe mucho vino Montilla, donde los novios se hablan cada tarde por una ventana enrejada y donde está el tesoro español de toreros y bailarinas.
     Porcuna ha tenido a través de la Historia de España una excepcional importancia como plaza y posición. En los tiempos históricos en que España fue provincia de la Roma Imperial. Porcuna tuvo, como hoy, valor de plaza estratégica. Nos dice Estrabón que cuando Cesar vino a España reclamado por sus partidarios para que retuviera el avance de los pompeyanos, se trasladó de Roma a Obulco, antiguo nombre de Porcuna. En esta ciudad Cesar estableció su cuartel general y partió desde aquí con su ejército organizado por su genio de Milite, hacia Munda, hoy Espejo, donde dio derrota definitiva a los hijos de Pompeyo quedando desde entonces como único jefe de los destinos del Imperio.
     Este nombre que hoy ostenta el pueblo – Porcuna – ha sido diferente a través de la erudición de la lengua. Francisco Javier Simonet dice que en la época romana la mencionan los historiadores con el nombre de Obulco. De Obulco paso a llamarse Obulcone, hablativo de Obulconis. Vinieron los árabes y al arabizar este nombre la llamaron Bolcuna, y últimamente nosotros, siendo más sencillo y claro pronunciar Porcuna que Borcuna, la llamamos Porcuna.
     Porcuna vuelve a tener importancia como posición en los tiempos de la Reconquista. En el año 1240 fue conquistada por los capitanes del Rey San Fernando con otros muchos castillos y plazas que se encontraban en poder de los moros. Hasta esta fecha Porcuna perteneció a la provincia de Córdoba, pero entregada después de su conquista a los caballeros de la Orden Militar de Calatrava, “para que se guarnecieran y poblasen de cristianos”, pasó a ser de la provincia de Jaén, sin duda alguna, por encontrarse en Martos el Comendador de la Orden.




     Queda en este pueblo la torre de un famoso castillo. Del castillo de la antigua Obulco que los Caballeros de Calatrava convirtieron en firme baluarte de los Reyes de Castilla, queda solamente este majestuoso torreón. La fecha y nombre de quien lo mandó a construir he podido deletrear en un cartel de piedra que está en la parte exterior de un muro y que dice:

     “Esta torre mando facer el muy estrenuo caballero Don Luis de Guzmán, por la divina Providencia Maestre de Calatrava, el año MCDXXXV”.


En Semanario Pintoresco Español (11 de junio de 1848)

      En los antecedentes históricos del Castillo figura el hecho de que fue prisión de Boabdil, el último rey de Granada. Dice la historia que cuando Boabdil salió de Granada para el cerco de Lucena sus huestes le suplicaron con lágrimas que dejara la empresa para ocasión más propicia, porque el destino se anunciaba en contra suya. Boabdil despreció las suplicas y los augurios de mala suerte y exclamó con varonil entereza: “Adelante caballeros, y a vencer a la desgracia”.
     Después de combate habido cayo el rey moro prisionero de los cristianos encarcelándolo en este torreón.
     Porcuna vuelve en el siglo XIX, a tener importancia como pueblo donde el General Castaños, en julio de 1808 acordó la jornada de Bailén, así como el ataque de Andújar, que era el cuartel de las tropas francesas que mandaba Dupont.




     Este pueblo que en el año 1240 cayó bajo las espadas de los Reyes de Castilla, hoy en el año 1937, ha caído, en esta nueva guerra de España, bajo los soldados del Caudillo y bajo las camisas azules de la Gran Canaria. En el año 1240 como en el de 1937 ha ondeado en el histórico torreón la rojigualda bandera española junto con la rojo y negra de la Falange que tiene el yugo y las flechas y que fue emblema de los castellanos.
     Frente a nosotros el Santuario, donde se vive la gesta de rosarios y fusiles.

     Este repaso por un glorioso pasado local y nacional lo cierra con unos obligados párrafos dedicados a la “actitud heroica” mantenida por los sitiados en el histórico santuario de la Virgen de la Cabeza, de la que venía siendo testigo:

    Frente a nosotros, mirando hacia el Norte, se ve, en los días despejados y claros, el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza recostado sólidamente en la garganta de una sierra. Desde el observatorio militar que aquí tenemos en la torre, se ve claramente el Santuario de la Gesta. En los días que hace sol nos comunicamos con él por medio del heliógrafo. Y ellos nos dicen lo que les hace falta, si víveres, si municiones o armamento. Después nuestros aviones vienen pesadamente y en una pirueta aérea dejan caer lo que llevan. Así han pasado todo lo que va de guerra. Han resistido y han rechazado con todo el valor de héroes las columnas rojas que han salido de Andújar para tomarlos. Han resistido bombardeos y bombardeos de la aviación contraria y también el fuego de los cañones enemigos. Y estos héroes, que son héroes de España, detrás de los muros de la fortaleza, firmes siempre, con firmeza de soldado español, disparando sin cesar sus fusiles.



     La Gesta del Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza es una más de las que en esta guerra llegan a las nubes del más alto valor militar, guerrero y heroico. Es una gesta de fusiles y de rosarios. Mientras los defensores, cada uno en su sitio, tienen el arma enfilada al enemigo, dentro del Santuario, mujeres y niños entonan devotamente el Ave María y elevan sus oraciones al cielo. Y junto al fuego de los defensores se oyen las plegarias de las mujeres con ojos suplicantes, hincadas delante de la Virgen, dicen a Nuestra Señora.
      Pero pronto llegará la hora en que los fusiles dejen de disparar defendiéndose, para atacar. Llegará la hora, como sonó en el Alcázar de Toledo, y como sonó con sonido cantábrico y minero, cuando el cerco de Oviedo. Y entonces, por un momento, se soltaran los fusiles y una oración de gracias saldrá de nuestros labios.

                                                            Segismundo Díaz Bertrana

                                                              (Frente de Porcuna: febrero de 1937).

     La guerra civil terminaría marcando los derroteros por la vida de Segismundo Díaz, que opta por seguir la carrera de las armas. Durante su estancia en el frente de Porcuna seria propuesto y ascendido al empleo de Alférez Provisional. En posteriores campañas alcanza la graduación de Teniente del arma de Infantería. Ya en la posguerra, se enrola en la Legión donde alcanza las estrellas de capitán. Moriría accidentalmente en el año de 1952, al volcar el carro de combate que tripulaba durante unas maniobras celebradas en San Lorenzo del Escorial.


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