Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

07 julio 2012

El CACIQUE ANDALUZ (Manejos políticos y electorales en el distrito de Martos. Las elecciones de 1910).



     Para las elecciones a Cortes del año 1910, por primera vez, las fuerzas políticas antidinásticas (socialistas y republicanos), como respuesta a los hechos de la Semana Trágica de Barcelona, unen sus fuerzas para concurrir a un proceso electoral juntos. Dentro de aquella conjunción, dirigida por el escritor canario Benito Pérez Galdos, sería elegido para contender contra las poderosas fuerzas caciquiles del distrito de Martos (al que pertenecía Porcuna) el joven abogado y publicista Eduardo Barriobero y Herrán.


     Aquella su primera toma de contacto con la realidad sociopolítica andaluza la dibujo en una serie de conferencias desarrolladas después de su frustrado intento para hacerse con el acta de diputado, en este distrito electoral tradicionalmente cunero y caciquil.
Heraldo de Madrid (30 de mayo de 1910)

     Lo más probable, es que todas estas conferencias vieran la luz en la prensa de sus ideas. Sólo he sido capaz de encontrar una de ellas: “El cacique andaluz”, que transcribiremos  a continuación, en la que consta una breve, pero suficientemente contundente, referencia a las habituales  prácticas de los caciques de Porcuna. Por informaciones extraídas, también de prensa republicana, durante la campaña electoral Barriobero sería detenido en Porcuna, aunque desconocemos los motivos, que tal vez, pudiéramos desentrañar localizando la fuente donde aparezcan publicadas el resto de conferencias anunciadas, como “Hablemos de mi distrito”, “La conjunción republicana socialista en Martos”, “Un mitin presidido por el cometa” y especialmente las tituladas “Caciques ejemplares” y “El Chato, el Palojo y el médico de su honra”. Detalles sobre la catadura moral del encargado de velar por la salud pública de la villa de Jamilena, los derrama con creces en el artículo que podrán leer a continuación. El referido Chato, presumible culpable de su detención en Porcuna, forzosamente tienen que ser el honorable prócer local Don Luis Aguilera y Coca, cuya bonhomía he osado cuestionar recientemente en una de mis entradas, interpretación  no compartida por otros paisanos que, desde su óptica o cristal, reconocen en él un especial talante liberal. 
     Les dejo con el artículo de Barriobero, donde se denuncian unas maneras que difícilmente pueden saltar a órganos de prensa de línea editorial monárquica. Otras apostillas las dejamos para el final.
El cacique andaluz


     Yo conocía muy bien al cacique castellano, intrigante, servil para con los grandes y déspota entre los pequeños; le vi en mis mocedades inventar dolencias y defectos físicos para librar del servicio militar a los hijos de sus corifeos; suponer plagas para que el Gobierno perdonara la contribución a los de su partido; azuzar a los mozos del pueblo para que incendiaran las hacinas o descorcharan las cubas de su adversario; castigar al vecindario dejándole sin fiestas; hacer elecciones con urnas de doble fondo; torear de capa y hasta poner banderillas al gobernador de su provincia; tener criados que le llevaban en sus procesiones la vara de juez municipal, puesto que él llevaba en la diestra la de Alcalde, tener otros criados que le prestaban el nombre para contratar en subasta los arbitrios municipales y las obras públicas, todo esto y mucho más hacen los caciques castellanos; pero cuando en mayo se desborda el hambre o cuando las épocas de siembra plantean para el modesto labrador horribles conflictos, el cacique abre su granero y a los suyos les da el trigo sin rédito y muchas veces sin esperanza de recobrarlo.
     Y no sólo dispensa estos favores a los suyos el cacique castellano, sino que además sus casas y sus tierras se las trasmiten los arrendatarios de generación en generación, y no pagan hoy de renta mayores cantidades que las que pagaban a fines del siglo XVIII.
     Así, el cacique castellano poco dañino para el individuo, lo es en grado sumo para los pueblos, que ni se redimen n progresan, estáticos dentro de unas costumbres puramente feudales. ¡Si se pudiera capitalizar esos réditos intangibles que cobra por su trigo el cacique castellano!
     El cacique manchego y levantino tienen las llaves de la cárcel, y de la cárcel se sirve para imponer y sostener su dictadura; no dispensan beneficios, no hacen sino gravar o desgravar la hipoteca que tiene impuesta sobre la libertad individual de los que viven dentro de los lindes sometidos a su jurisdicción.
     En Levante y en La Mancha, si cuentan con la benevolencia del cacique, gozaran de la impunidad el ladrón y el asesino; en cambio, los inocentes a quienes el cacique le sea hostil, vivirán siempre expuestos a ver como sus vidas se extinguen prematuramente entre calabozos y cadenas.



     El cacique andaluz es tan osado y tan dañino como todos los demás caciques, pero no da trigo sin interés. Por el contrario, lo cobra todo, de todo saca provecho, y así logra reunir esas grandes fortunas que plantean para los Gobiernos el problema de los latifundios.
     El cacique andaluz cobra en Agosto por la fanega de trigo, de cebada o de habas que prestó seis meses antes, quince o dieciséis celemines. La friolera de un 65 por 100.
     Tan general es este abuso que en un pueblecillo, acaso el más atrasado de España, me decían: “Aquí estamos libres de la usura, unos señores han constituido una sociedad para darnos el trigo a catorce celemines”.
     Los infelices pagan de interés anual un 33,20 por 100… ¡Y además se obligan a dar el voto al cacique para que conceda el poder al verdugo, si así se le antoja!
     Este pueblo se llama Jamilena y en él vive el ejemplar más hermoso de la raza caciquil; ríase don Benito de los Gaitines, Gaitones Gaitanes que tan admirablemente nos pinta en El caballero encantado. Junto al médico de Jamilena, resultan tan cándidos como don Pio Gullón o don Bernabé Dávila.
     Este médico es juez municipal y tiene encomendado el papel de Alcalde a su padre, un anciano de más de ochenta años, que nos recibió cuando fuimos a dar un mitin, con la bragueta abierta y unas cuantas parejas de la Guardia civil, cuyo auxilio había reclamado para impedir nuestra propaganda; no obstante, el mitin se dio; pero esto no hace el caso, tengo al médico tendido sobre la mesa de disección.
     Para formar juicio sobre su “odio-sincracia caciquil”, puede bastar una anécdota de su vida, que en el distrito corre de boca en boca.
     El párroco del pueblo habíase rebelado contra su autoridad, y versado también en la intriga política, se anunciaba como enemigo poderoso. En las próximas elecciones municipales haría el cura concejales suyos, que pudieran perturbar al médico en el tranquilo dominio de aquella ínsula. Era preciso conjurar el peligro. Costase lo que costara.
     Y agotado su ingenio y fracasados cuantos medios lícitos e ilícitos puso el médico en juego para vencer al cura, decidiose a cometer la mayor felonía, la mayor infamia de cuantas figuran en la historia del caciquismo cuando se escriba, que será indudablemente el día en que se abaraten el papel y la tinta. Presentó una denuncia en el Juzgado de Martos en la que daba cuenta de haber sorprendido a su propia mujer y al cura en el momento más práctico del adulterio.
     Se instruyó proceso, y cuando la pobre señora, citada para presentar indagatoria, se enteró de la infame maquinación de su marido, falleció en el mismo local del Juzgado.
     Me lo contaron muchas veces, en todos los pueblos del distrito, y como siempre opusiera mi honrada duda, un curial de Martos me invitó a ver las actuaciones…
     El médico de Jamilena anda suelto y tiene a su servicio parejas de la Guardia Civil para impedir los mitins de campaña electoral. Verdad es que aquellos guardias no parecían muy dispuestos a obedecerle; sin duda les repugnaba estar al servicio de una autoridad sin autoridad moral.
     Como este cacique hay por lo menos dos en cada pueblo, uno conservador y otro liberal; pero sus torres ya empiezan a desplomarse.

Porcuna 1915

     Uno de Porcuna dijo a un grupo de electores que votaban mi candidatura, sin miedo ni pudor: “Así, así se hace, ya os dará Barriobero tierra para melones o trigo”. Y pronto en réplica, como buen andaluz, díjole uno de aquellos peoneros esforzados: “No nos dará tierra ni trigo porque no lo tiene; pero nos defenderá si alguno tenemos la necesidad de cortarle a usted la cabeza”.
     ¡Tierra y trigo! He aquí los dos problemas agrarios cuya solución debe preocuparnos a cuantos de la política vivimos: la Caja Rural y el latifundio.
     En Italia, la ley de Colonización Interior, del ministro Matessi, ha disminuido la emigración y ha mejorado la vida del proletariado. Las Cajas Rurales funcionan ya en casi todos los países de Europa. En España no tendremos cajas rurales ni colonización interior mientras haya monarquía; estas instrucciones matarían virtualmente el caciquismo., y muerto el caciquismo vendría la República por sufragio universal.
     El Banco de España, que es estómago agradecido y la Empresa más monárquica, estudió el problema de las cajas rurales y advirtió sin duda el efecto que habrían de producir; por eso continua prestando dinero a crédito personal al 5 por 100 a los fuertes propietarios, para que estos se encarguen de repartirlo al 30 entre los pequeños propietarios, quienes, además, quedan obligados a dar el voto para quien no se encuentre en condiciones de levantar su voz contra tanta infamia.

Eduardo Barriobero y Herrán (junio de 1910)


     Sobre esa habitual y vergonzosa práctica de la usura, reflejada en el artículo, así como de otros abusos, tenemos alguna noticia de su normalidad en la todavía villa de Porcuna, gracias a ese pequeño grupo de obreros conscientes situado al frente de la sociedad obrera "Paz y Libertad" allá por el año 1905, que, aunque escondidos aun en el anonimato (miedo a la represalia), fueron capaces de denunciarlas en las páginas de El Socialista:
     “La Junta Repartidora del impuesto de Consumos en Porcuna ha procedido con tanta equidad y justicia en el desempeño de su cometido, que mientras ha asignado una cuota insignificante a los que poseen fincas, la ha señalado de 18 y 20 pesetas a infelices, que ganan, cuando trabajan, 5 o 6 reales. ¡Serán …frescos estos repartidores!
     En este pueblo dominan el clero y los caciques, habiendo uno de éstos, muy rollizo por cierto, que toma dinero al 8 y el 10 por 100 para prestarle luego al 30. Tales abusos e infamias solamente las corregirá la unión de los explotados”.


     No creo estar muy descaminado al asociar como destinatario de esta lanzada al talante liberal de don Luis Aguilera y Coca, impulsor también de las obras de construcción del nuevo templo parroquial. En 1897, siendo alcalde, remitió a la redacción de Blanco y Negro una fotografía en la que se puede apreciar el avanzado estado de de las mismas, y el mismo que luego se mostrara tan hospitalario y generoso con el pintor cordobés Julio Romero de Torres cuando recaló en Porcuna para hacerse cargo de la decoración pictórica del mismo. El artista supo corresponderle con un retrato al oleo, que es precisamente el que nos permite conocer algún detalle sobre la oronda figura de este señor, a quien no se le conoce formación o actividad al margen de las propias de su condición de propietario y cacique del liberalismo local hasta 1915, en que dejaría de existir. Eso sí, fue durante toda su vida un gran aficionado a las diferentes modalidades de la caza, cono venía siendo costumbre en las zonas rurales entre las clases privilegiadas. 
     Las mayoría de las fuentes utilizadas son sectarias y tendenciosas, pero las únicas de las que disponemos para destapar estos manejos, habida cuenta de que el sistema político de la Restauración sabía sabiamente protegerse para que sus estrategias trascendieran lo menos posible.


     Por lo que respecta a aquella contienda electoral de mayo de 1910, pese al obstruccionismo puesto de manifiesto contra la candidatura de conjunción, la lucha parece ser que estuvo reñida según los resultados globales publicados en la prensa. El candidato adicto, el liberal Virgilio Anguita Sánchez, que terminaría haciéndose con el acta de diputado, aglutinó el voto monárquico, con un total de 5.571 votos frente a los 3.451 obtenidos por Eduardo Barriobero, con un porcentaje de abstención en torno al 40%. Los apoyos para el candidato antimonárquico hay que localizarlos principalmente en aquellas villas y ciudades donde socialistas y republicanos tenían estructuradas agrupaciones locales que pudieron velar por la limpieza del proceso. De momento no dispongo de fuentes que nos proporcionen el voto parcial en las respectivas localidades, pero que tuvo que ser importante para la conjunción en Valdepeñas de Jaén (villa de tradición republicana y con gran ascendencia y prestigio de su mentor local, Gregorio Milla), y las predominantemente socialistas Martos, Torredonjimeno y Porcuna, mientras que en aquellos pequeños feudos del caciquismo, cuyos votos terminaban siendo determinantes para el resultado final, como Jamilena, Higuera de Calatrava, Santiago de Calatrava o Fuensanta de Martos, lo más probable es que se volcara el censo descaradamente casi al 100% en favor del candidato monárquico.
     Los amaños escandalosos perpetrados en Jamilena por la pareja formada por el famoso médico Manuel Martínez Gutiérrez y su señor padre, José Martínez Garrido (propietario agrícola, comerciante y prestamista), que se alternaron en la detentación de la alcaldía y otros cargos de poder, ya saltaron a las páginas de prensa en las elecciones del año 1896. Especialmente turbulento fue aquel proceso también en la villa de Porcuna (véase enlace ilustrativo).
     En el proceso de 1910, además del típico amaño de Jamilena tuvo que ser determinante la actitud de determinados sectores del socialismo marteño. Las palabras de Barriobero contra los socialistas de Martos, recogidas por la prensa y pronunciadas en el banquete celebrado en Madrid en honor de los republicanos derrotados, nos inducen a pensar en desunión por encono o hasta incluso de que alguno de los líderes locales pudiera haber sido atrapado por las garras del caciquismo:
El Bien Público (30 de mayo de 1910)

     Si fuera capaz de dar con esas otras conferencias que nos permitan desentrañar los entresijos políticos del distrito durante aquel proceso, prometo volver a ocuparme del tema.  

     La ilustración de la cabecera pertenece a un folleto de Salvador Cordón Avellán publicado en el año 1919, de cuya autoría es responsable el famoso dibujante y caricaturista Tito (Exoristo Salmerón).

1 comentario:

  1. Me lo dejaba atrás: según los Anuarios del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración de los años 1885 y 1887, Don Luis Aguilera y Coca, antes de acceder por primera vez a la Alcaldía, desempeñaba el cargo de Administrador local de Rentas Estancadas, encargado de velar por los intereses de determinados monopolios de la Hacienda Pública. Se ve que la res pública era lo suyo.

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