Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

27 mayo 2014

MISIONES DEL P.TARÍN POR LA CAMPIÑA DE CÓRDOBA (Montilla y Castro del Río).


    
    Durante el proceso de elaboración de una entrada reciente relacionada con la historia de mi localidad de origen, Porcuna (Jaén), tuvimos que utilizar como fuente documental la biografía del padre jesuita Francisco de P. Tarín, publicada por su compañero de orden el P. Alberto Risco S.J. en el año 1921.Paseándonos entre sus páginas se nos despertó la curiosidad sobre el éxito de sus famosas misiones por tierras de la campiña de Córdoba, de histórico arraigo del republicanismo federal, de las corrientes internacionalistas y más tarde del movimiento obrero anarquista.
     Hemos podido comprobar cómo efectivamente sus propagandas llegaron hasta estas tierras cordobesas en diferentes ocasiones.

     La primera de ellas lo fue en el año 1896. El autor del libro se queja de las numerosas lagunas que le impiden seguir con más desarrollo el itinerario apostólico del P. Tarín, lo que no le impide trazar cuales fueron sus escalas sirviéndose de su correspondencia. Consta una primera visita a la villa de Espejo con fecha de 6 de febrero. El 14 de julio vuelve a escribir desde Espejo. Había visitado previamente Écija, Marchena, Linares y Castro del Río, y, al concluir en Espejo le estaban esperando en Lebrija. El 22 de octubre estaba en Montilla, capital de un distrito electoral de fuerte implantación republicana. Decimos esto a sabiendas de que la elección de sus destinos guardaba relación directa con el arraigo de determinadas doctrinas, que pudieran poner en peligro la tradicional tutela de la Iglesia Católica sobre las capas populares.
    De lagunas nos quejamos también nosotros, ya que las colecciones de prensa histórica cordobesa, con las que pretendíamos valorar la incidencia de estas visitas, no lo permiten. Sólo está digitalizado el primer semestre del Diario de Córdoba que no recoge noticia alguna sobre aquella primera visita a Espejo. 
    En la prensa nacional hemos encontrado un inusitado bando publicado por el alcalde de Montilla, que casi seguro guarda relación con su puntual presencia en aquella ciudad. Días antes la revista Lectura Dominical, de la que debía que ser asiduo lector el P. Tarín, trasmitía su felicitación al alcalde de Montilla por lo bien que comprende la misión moral de la autoridad:

  “El alcalde de Montilla (Córdoba), con objeto de evitar la propagación de la blasfemia, ha publicado un bando en el cual, además de conminar con diversas penas a los blasfemos, se previene que en la inspección de policía se llevara un registro donde se anotaran los nombres  y demás circunstancias de estos, para quienes, así como para sus padres o encargados, afectaran los asientos de aquel como nota desfavorable cuando se trate de conceder algún destino dependiente del Municipio o de expedir algún certificado de conducta”.

   Agudas e incisivas críticas le llovieron al conservador Juan Bautista Pérez y Mataix, que así se llamaba el montillano de la vara, desde diferentes cabeceras de prensa republicana. 

El Pais 4 de octubre de 1896


    No es para nada descabellado sostener la hipótesis de que el célebre P. Tarín fuese reclamado para apagar el fuego. De hecho la única referencia de la que disponemos no menciona que aquella visita estuviera inserta dentro de una gira. Se trata de una comparecencia ex profeso.
   En 1899 se le organiza en Montilla una Misión en toda regla, a la que acude en compañía del P. Torrero. Quienes parecen ser sus máximos valedores y protectores, el Sr. Conde de la Cortina y señora se hallaban ausentes, y por causas ajenas a su influencia la misión comenzó con malos auspicios:

   “Varias personas acomodadas se opusieron resueltamente a los trabajos de los jesuitas y el pueblo los dejo solos.
    Cuando a la segunda o tercera noche salieron de la iglesia, que estaba sola, y atravesaron la plaza, se encaramó en un balcón y desde allí predicó con todos sus pulmones y toda su alma a un grupito reducido de mujeres sentadas en sus sillas
   Apenas se hacía entender, porque detrás de las sillas iban y venían los hombres, sobre todo mozos, con el sombrero puesto, el cigarro en la boca y la palabra de burla donde tenía el cigarro. El padre se desgañito aquella noche y la siguiente sin lograr el fruto deseado”.

    Intentó salvar el fracaso recurriendo a una de las advocaciones locales más populares, San Francisco Solano, patrón de la localidad. Su empecinamiento por sacarlo en procesión estuvo a punto de generar un grave incidente de orden público.
    Grupos de obreros se arremolinaban alrededor de la iglesia: ¡Que no! ¡Que el Santo no sale! ¡Eso es jugar con el Santo! ¡En cuanto aparezca por la puerta de la iglesia verán los misioneros si juegan con nosotros! ¡Esta tarde va a correr mucha sangre en Montilla! 
    Ante tales manifestaciones de "intolerancia" la procesión sería finalmente suspendida.
    Según su biógrafo, con el regreso del influyente Conde de la Cortina se produce un giro brusco en la hasta entonces ignorada y accidentada misión. Se llenan los templos para escuchar sus sermones y terminaría alcanzando el anhelado objetivo de ver a San Francisco Solano desfilando en procesión por las calles de Montilla.   
     La intercesión milagrosa del Conde de la Cortina y su virtuosa señora es elogiada por el P. Alberto Risco:

    “El ejemplo de piedad y vida cristiana que con sus hermosas virtudes da por todos los contornos de Montilla el conde de la Cortina y toda su familia, debía ser imitado por todos los hacendados ricos: de la caridad de ellos viven muchos pobres, y del desvelo con que ellos atienden a sus jornaleros, reciben educación y moralidad todos los que trabajan en su fincas, en las cuales ha fundado escuelas gratuitas y cajas de ahorro y toda clase de medios para hacer de su pecheros hombres honrados y dichosos”.

    Estos postulados de armonización social nos sirven para entender de donde tuvieron que salir los fieles que finalmente acudieron a los ejercicios de la misión celebrados en las iglesias de Santa Marta y de San Agustín.

Convento de San Agustín
    Hasta se hace eco de un prodigioso milagro. Aquella misión de Montilla, que tanto se le resistió, se cita como ejemplo de su virtuosa constancia y perseverancia.


    Centrémonos ahora en la misión desarrollada en  Castro del Río durante la segunda quincena del mes de junio de 1907.  La prensa provincial no le presta cobertura alguna. El ínclito y activo corresponsal del Defensor de Córdoba, José Mª Jiménez,  por esas fechas había dejado de residir en Castro por motivos profesionales. El R.P. Alberto Risco recoge un testimonio sobre una serenata organizada en su honor:

    “Me dieron serenata los señoritos de Castro del Río, por cierto muy devota, pues acompañaban con flauta, violín, cítara, clarinete, etc. Interpretaron el himno del Sagrado corazón, la Marcha de San Ignacio, la Plegaria del marinero  a la Virgen, etc. Y por toda recompensa pedían un escudito del Sagrado Corazón”.


    Fueron dos las tandas de ejercicios las realizadas en Castro que se saldan con un total de 1595 confesiones con sus respectivas penitencias y algunas reconciliaciones.

    Dio la casualidad de que el famoso misionero católico coincide en Castro del Río con  un apóstol del librepensamiento, llamado Arturo Rosales (debe ser un seudónimo), que venía realizando una gira en bicicleta por Extremadura y Andalucía. Sus notas de viaje pasaban a una columna de “Las Dominicales del libre pensamiento” titulada “Las Dominicales en bicicleta”. Tuvo la oportunidad de asistir a uno de sus sermones, cuyas impresiones quedan reflejadas en el artículo que remitió a su periódico desde Castro del Río:


    Entre los pueblos importantes de la provincia de Córdoba, tal vez sea éste el más pequeño, pero seguramente el más republicano y librepensador de todos.
     Aquí no hay comedias indignas ni farsas hipócritas; aquí la sinceridad se lee en la cara de todos; aquí los republicanos que hay y que son casi todo el pueblo, ni van a misa ni se abrazan con liberales o conservadores; además sus jefes no son de aquellos que se llaman republicanos para ser presidentes o vicepresidentes.
     Son todos ellos hombres muy serios y formales que han sabido crear con su trato afable y cariñoso a una verdadera falange de hombres decididos que lo mismo reconocen las bondades de la papeleta electoral como las de un buen fusil...
     En Castro reside D. José Millán, uno de los dos únicos diputados provinciales de toda la provincia de Córdoba. Así él como su compañero fueron elegidos por el distrito de Castro (debe decir Montilla).
     Me recibieron muy cordialmente y me rogaron que aquella misma noche dirigiera la palabra a los numerosos correligionarios reunidos en el Casino Republicano. Después de mi discurso, interrumpido frecuentemente con calurosos aplausos, el mismo D. José Millán que me había presentado al público invitó a los presentes a otra velada que se debía celebrar dos días después, martes 18 del corriente, y en la que había de hacer uso de la palabra yo para contestar al sermón pronunciado en la iglesia parroquial por un tal Tarín o Tartarín, que suena lo mismo, de la Compañía de Jesús.
     Este gachó del arpa intenta imitar al seductor de Eva, con la diferencia de que, habiendo variado los tiempos y siendo él muy feo, lo único a lo cual aspira es a seducir... almas y espíritus.
     Y esto lo ha conseguido, pero no con sus sermones, porque ni sabe lo que es exordio, ni lo que es argumentación, peroración y conclusión, ni cuáles son las condiciones indispensables para ser predicador, a saber: inteligencia elevada, intuición viva, mucha filosofía, y, sobre todo, mucha psicología, voz fuerte, simpática y agradable y no ser... jesuita.
     El Tarín, que está actualmente en Castro de propaganda para afligir el espíritu de las pobres mujeres del pueblo que se vuelven locas para hacer lo que él manda en nombre de Dios, y que como predicador es una verdadera calamidad, a pesar de ser jesuita, lo que ha conseguido es juntar a los niños, a las niñas y a las viejas del pueblo para llevárselos en procesión magna, y a las cuatro de la madrugada a rezar por las calles, molestando la tranquilidad del vecindario.
     Esto son los jesuitas de hoy, unos seductores de las almas de niños ingenuos y de viejas hipócritas, imitadoras de Sor Patrocinio y de Isabel II, coadyuvadas por Franciscos de Asís modernos que abundan mucho en el elemento frailuno...; los de ayer eran los que iban al lado de los dominicos a encender las hogueras que carbonizaban a los mártires de la Ciencia, como Bruno, Lutero, Galileo, Servet y Savonarola...
    ¡Qué lástima que los jesuitas y los dominicos de España no pierdan sus carteras como el dominico Fray Juncos, de San Juan, de la República Argentina!


    El forastero no tuvo problemas para infiltrase en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción para escuchar la plática completa del padre jesuita. Quienes puedan mostrarse interesados en acceder a otras “ironías o irreverencias” de su reseña, en la que aflora la típica animadversión hacia esas otras propagandas extremas les remito al enlace.


    Organizado el mitin de protesta contra lo vertido desde el pulpito por el jesuita Tarín, resultó el acto una gran manifestación anticlerical. Ya no eran las pobres mujeres, era el pueblo entero, que con sus aplausos frecuentes y entusiastas, vino á confirmar el juicio que me había formado de aquel gran pueblo de republicanos y de librepensadores.
    Acto y teorías fueron muy felicitados por intransigentes y neutros, y LAS DOMINICALES muy vitoreadas.
   Total: que he dejado por ahí una muy buena impresión y un creciente entusiasmo por el querido periódico que tantos esfuerzos y sacrificios nos viene costando, amén de muchos sinsabores y amarguras.
    Me enteré después que el jesuita organizó una de sus tantas procesiones de mujeres y niños, en desagravio de nuestros pecados imperdonables, que nos llevarán derechitos al infierno. Mejor así, ya que á Dios le hemos visto pintado muchas veces y á Satanás muy pocas, y lo justo es conocer bien á los dos...





   El P. Juan M. Sola, otro jesuita, continuador del apostolado del P. Tarín por estas tierras cordobesas, nos suministra otro testimonio en el que, además de explicarnos cómo se planificaban y desarrollaban estas misiones jesuíticas, afloran  las verdaderas razones que tanto dificultaban el calado de sus propagandas en las localidades del distrito de Montilla:

    “El 25 de enero de 1908 comencé una novena dedicada al Corazón de Jesús en la célebre Montilla, de la provincia de Córdoba. En ésta, como en las de Madrid y Murcia, y en general en todas las que predico, hago comunión general por la mañana con su plática correspondiente, a fin de exponer algún punto más espiritual, recoger el fruto del sermón de la noche, enseñar la práctica de la comunión frecuente, enamorarlos más de Cristo e ir predisponiendo a la ciudad a una comunión general. Hay en ello otra ventaja, a saber, que se van despachando las confesiones y no se aglomera el trabajo los días últimos. La iglesia del Santo se llenó desde el primer día. Vi desde luego las huellas de nuestros Padres que visitan con frecuencia esta ciudad, en especial del santo P. Tarín, que ha dejado allí muy honda y perdurable memoria. Y penetrando más adentro, pude apreciar la labor de siglos, empleada por los antiguos jesuitas en cultivar esta viña, hoy cubierta de maleza. ¿ Que han de hacer doscientos números del Heraldo, cincuenta de España Nueva, otros tantos del Liberal, Imparcial y mil otros de la misma estofa recibidos con ansia, leídos diariamente con avidez y distribuidos y voceados con escándalo?  Aunque nos rompamos el pecho todos los predicadores,  el triunfo es del masonismo y del liberalismo, sin una milagrosa intervención de lo alto.
    Tal está Montilla, presa del caciquismo liberal y del indiferentismo religioso. Con todo no me puedo quejar de poco fruto: hubo reconciliaciones notables, se atajaron algunos escándalos y con gran edificación se cerró el Novenario, el día de la Candelaria, con una procesión, nunca vista, del divino Corazón. Asistió en pleno el Ayuntamiento, que envió también la banda, y recorrieron las calles y plazas entre cánticos y vivas”.


(Cartas edificantes de la provincia de Aragón. Año 1911. Barcelona. Librería e Imprenta Religiosa, 1912)


   Por esas fechas, aunque no se menciona, empezó a llegar hasta Montilla “El Socialista”, por obra y gracia del médico y humanista Francisco Palop Segovia, que ese mismo año de 1908 había contribuido al nacimiento de una sociedad denominada “La Ilustración Obrera”, precursora del socialismo en la localidad.
     El que se vendía como rosquillas, especialmente en Castro del Río, era España Nueva, diario de línea editorial republicana dirigido por el federal  Rodrigo Soriano , con excelente acogida entre sus adeptos de las poblaciones pertenecientes al  distrito electoral de Montilla (Montilla, Aguilar, Castro del Río, Espejo, Montemayor y Moriles). Incluso, durante un tiempo en que la Confederación Nacional del Trabajo careció de voceros propios, sus páginas dieron cabida a artículos de anarcosindicalistas.
    En resumidas cuentas, como lecturas recomendables para estos padres jesuitas estarían “La Hoja Parroquial” a nivel local, el ultra católico y conservador diario El Defensor de Córdoba a nivel provincial y entre los nacionales el integrista El Siglo Futuro como predilecto.
    No es de extrañar, por ejemplo, que en la población de Castro del Río, donde las huestes liberales y republicanas superaban con creces a los conservadores en aquel contexto político y social, no se conserve entre sus actuales pobladores nada sobre  “la huella y perdurable memoria” de las misiones del P. Tarín, como sucede en otras localidades cercanas donde lo tienen encumbrado casi a la categoría de Santo.

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