Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

18 mayo 2014

DE VUELTA CON JUAN PÉREZ “EL MAESTRO” (1891 -1989).


    Cuando empezamos a adentrarnos en la trayectoria (vida y obra) de los más destacados militantes del sindicalismo campesino en Castro del Río (Córdoba), allá por la década de los 90 del pasado siglo XX, nuestros conocimientos informáticos y los medios técnicos de los que disponíamos eran más bien parcos. De ahí que, numerosas informaciones de las rescatadas del Archivo Histórico Municipal de Castro del Río (fotocopias de documentos, anotaciones, etc.), así como los testimonios orales extraídos de prodigiosas memorias de personas mayores, fueron a parar de una manera algo anárquica y desordenada a carpetas, clasificadores, libretas, agendas o a simples notas tomadas en una servilleta de papel. A raíz de nuestro reciente intento de retomar y reorganizar estos materiales hemos descubierto dos documentos relacionados con Juan Pérez “El Maestro”, que desfiguran un poco la narración sobre su devenir final que recientemente trasmitíamos:

   “Las mismas lagunas persisten con respecto a su devenir durante la guerra civil y sobre de qué manera pudo afectarle la posterior represión franquista. No le hemos encontrado en las listas de prisioneros o ajusticiados. Su nombre común dificulta la tarea. La única y última referencia que tenemos sobre él procede de un incierto y dudoso testimonio oral recabado en Castro del Río, que refiere que pudo eludir la represión fijando su residencia en un pueblo de la provincia de Córdoba o Sevilla, y que se ganó la vida profesionalmente como barbero”.

    Dentro de una de esas carpetas hemos localizado un oficio de correspondencia fechado en vísperas del inicio de la recolección de la aceituna del año 1948, que procede de un expediente abierto a quienes se dedicaban a impartir enseñanzas particulares durante el primer franquismo. Junto al nombre de Dionisio Quintero Garrido, ya referido, aparece también el de Andrés Jiménez Tapia “Cagachin” y el de un tal Juan Pérez.


    Se trata de un escrito dirigido por el Alcalde de Castro del Río al Delegado Administrativo de Enseñanza Primaria, en el que se menciona una instancia previa presentada por  el vecino Juan Pérez, en la que solicita ser nombrado Instructor Auxiliar de Temporada para el ejercicio de la enseñanza en los caseríos de este término conocidos por “Cuadrado” y “Cuadradillo”:




    Aunque no aparece su segundo apellido, que nos permitiría certificar al cien por cien de que se trata de la misma persona, todo indica que así fue. Por esas fechas nuestro protagonista tenía 57 años y una edad difícil para emplearse en los trabajos ordinarios de recolección. Su pasada experiencia como docente le habilitaba para este puesto de auxiliar, que vendría a ser como una especie de guardería temporera de la época, habilitada en dependencias de la propia cortijada durante el tiempo que durara la campaña, y costeada a escote entre los aceituneros/as que arrastraran prole a los caseríos.
    En una libreta aparte encontramos la siguiente anotación procedente de una entrevista de panadería: “Juan Pérez pasó la guerra en la zona de Jaén; no volvió a Castro temiendo las típicas represalias; se instaló en Córdoba con su familia hasta pasados unos años en que regresó. Volvió a marchar a Córdoba con uno de sus hijos llamado José Pérez Elías, que era barbero”.


Personal Computer año 1990
    La memoria de aquella entrevista, algo difuminada ya por el paso del tiempo, explica que erróneamente le relacionáramos directamente con el oficio de barbero, ejercido por su hijo.
    Hemos tenido la posibilidad de consultar los padrones de Córdoba de los años 1940 y 1945, que están colgados en la red. En ellos aparece José Pérez Elías, nacido en Castro del Río el 14 de agosto de 1919,  de profesión barbero. Vivía en unión de sus padres y hermanos en la calle del Hornillo nº 2, una casa de vecinos que albergaba a cuatro familias (17 personas en total), en la popular barriada de San Lorenzo.
   Decepcionante la consulta de la hoja de 1940, ya que figura como cabeza de familia un tal Juan Pérez Expósito, natural de Castro del Río, con cuatro hijos nacidos en Castro entre 1919  y 1927. Además de que no sabe leer ni escribir. 
    Nuestra sorpresa fue mayúscula al cotejarla con los datos del año 1945, con mejor grafía y más completa en informaciones. Como descendientes del matrimonio compuesto por Juan Pérez Expósito (n. 1891) y Francisca Elías Rodríguez (n. 1900), naturales ambos de Castro, figuran José, otro varón llamado Manuel y una hembra llamada Luisa (desaparece otra hembra llamada Cándida con 21 años en 1940): Manuel y Luisa constan como  nacidos en Bujalance (Córdoba) en los años 1924 y 1927, justo cuando Juan Pérez desempeña el trabajo de maestro en la escuela de la Sociedad Obrera la Armonía. Son demasiadas casualidades. Forzosamente tiene que ser la misma persona.    




(Velada teatral del Centro Obrero de Bujalance en  1924)

    El asunto requiere de una doble explicación. La primera en relación con la falsedad de los datos de la hoja de 1940 en la que consta como analfabeto y elude, creemos que a propósito, el nacimiento de sus hijos en Bujalance. Suponemos que para pasar desapercibido y dificultar su identificación al terrible aparato represivo del régimen franquista en Córdoba, ante el peligro de que se le pudiera relacionar con aquellos tristes sucesos de 1933 en los que se vio implicado.
    La segunda explicación es en torno a su segundo apellido, que al parecer utilizaba indistintamente. El apellido Expósito era asignado a todas las criaturas que hubieran nacido de modo ilegítimo, abandonadas en el torno de un convento de monjas e internadas en la inclusa o “casa de expósitos”, donde se hacían cargo de ellas hasta una edad determinada. Durante siglos ser un "expósito" supuso una especie de estigma de por vida cuyo obstáculo no era tan fácil de superar. Al abandono, la vergüenza y la pérdida consiguiente de identidad se sumaba en ocasiones un desprecio social, tan injusto como cruel. Para salvar el problema desde los propios orfanatos se buscaron fórmulas alternativas como la de poner a los niños el nombre del santo del día, el de la persona que le hubiese encontrado o el de aquella que ejerciera las labores de tutor. Muchos deciden desprenderse del apellido. Sin embargo hasta el año 1921 la ley no establecerá expresamente que estos expedientes sean gratuitos, limitándose con ello tal opción. Observen el más que ilustrativo ejemplo que hemos localizado en la barrita mágica de Google:


     ¿Llegaría Juan Pérez Expósito a tramitar un expediente de cambio de apellido?  Creemos que no. Simplemente lo descarta a título personal, aunque a efectos legales su apellido sigue siendo Expósito, tal como figura en los padrones. El Expósito, de su ascendencia inclusera, posiblemente le sirviera para despistar a los servicios de investigación, que de haberle descubierto, en caliente, casi seguro que no le hubieran perdonado sus pasadas militancias.
    Esta particular intromisión en los avatares vitales de una persona y su familia no tiene otra finalidad que la de dejar abierta la posibilidad de contactar con sus herederos. Es por lo que invocamos la ayuda necesaria para alcanzar dicho objetivo, que nos permita, por ejemplo, sustituir la fotografía de la cabecera por una auténtica y verdadera, y hasta obtener alguna muestra gráfica de su pasada  actividad docente y cultural. Especialmente dirigida a quienes, siendo unos niños, asistieran a aquellas campañas de recolección en las cortijadas de El Cuadrado y El Cuadradillo. Pregunten a los mayores, por favor, existen aún muchas historias imposibles de completar con otras fuentes.
    Por torpeza, antes de dar con esa anotación manual que le ponía nombre y apellidos a su hijo el barbero y facilitaba la búsqueda, nos hemos paseado previamente por las hojas del padrón municipal de habitantes de Córdoba del año 1940, en las que aparecen quienes se hallaban alojados a pensión completa en los diferentes establecimientos penitenciarios de la capital cordobesa. Esa larga relación de castreños y espejeños desafectos al nuevo régimen, algunos fusilados ese mismo año en que fueron inscritos, la reservamos para otra ocasión.

4 comentarios:

  1. Me alegra mucho ver este archivo, ya que habla de mi abuelo, mi madre y mis tios, y todo lo que se dice es verdad.
    Un saludo

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  2. Me gustaría poder contactar con usted. Dígame, por favor,donde reside, su dirección teléfono o alguna cuenta de correo electrónico para ponernos en contacto.

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    fuente de la salud nº7 es donde estoy el mayor tiempo del dia es mi trabajo
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  4. Como podrán apreciar la interrogante que aparecía en el lugar de la fecha de defunción ha desaparecido gracias a la intervención de su nieto Juan Pérez, que nos informa que su abuelo falleció en Córdoba en el año 1989 a los 92 años de edad, que además nos ratifica como verídicos y reales cuantos extremos relacionados con su vida y militancia narrábamos en entradas que hasta ahora le hemos dedicado. Tengo la intuición que de la relación amistosa que pretendemos establecer con él pudieran salir a flote nuevos documentos e informaciones. Esta noche misma nos ponemos en contacto. Gracias a quienes puedan haber ayudado a que estos escritos lleguen hasta sus ojos.

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