Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

28 mayo 2014

PRIMERAS REPRESENTACIONES DE ZARZUELA EN CASTRO DEL RÍO (1856).



    Los orígenes de la Zarzuela moderna, según opinión unánime de críticos y musicógrafos, están en dos obras del maestro compositor Rafael Hernando: “Colegialas y Soldados” y “El Duende”, estrenadas ambas con extraordinario éxito en el  Teatro Variedades de Madrid durante la temporada teatral del año 1849.
    El inusitado entusiasmo con el que el público acogió estas primeras representaciones propició su implantación progresiva. En pocos años, gracias al esfuerzo de un nutrido grupo de maestros compositores (Barbieri, Gaztambide, Inzenga, Salas y otros) este nuevo género, genuinamente español, contaba ya con un numeroso repertorio y con el favor de un público incondicional.
    En marzo de 1856, coincidiendo con el arranque de las obras de construcción del Teatro de la Zarzuela en Madrid, los habitantes de la localidad cordobesa de Castro del Río tuvieron su primera toma de contacto con este nuevo género musical. 

   La noticia nos la proporciona la Gaceta Musical de Madrid.


     CASTRO DEL RÍO.- Al Correo de teatros nos escriben desde este punto:

    “Aquí tenemos una Compañía de Zarzuela, dirigida por el Sr. Mantegazza, que nos ha hecho pasar hasta ahora muy agradables ratos. Han puesto en escena “El estreno de una artista”, “El baile de Andorra”, “Jugar con fuego” y otras zarzuelas que han gustado mucho, y que han llenado de una numerosa concurrencia el teatro todas las noches. Han sobresalido en su ejecución las señoritas doña Nieves y doña Luisa Rivera, primeras tiples, y el indicado Sr. Mantegazza, que en el papel de Astucio ha estado felicísimo, así como en el de Marqués de Caravaca. Dicha compañía una vez termine con las funciones prometidas, pasa a Aguilar, donde no dudamos que será muy bien recibida, como lo ha sido por nosotros”.


   Aquellas representaciones, suponemos que inéditas hasta la fecha, tuvieron que despertar el interés general de los pobladores de Castro del Río. No nos consta la existencia de edificio destinado al teatro. Por las fechas, fiestas del carnaval, no creemos que tuvieran lugar al aire libre, en lo que con el tiempo seria denominado popularmente como Teatro de la Lechuza (patio de armas del Castillo). Tenemos que pensar en un salón grande de casino o sociedad como lugar donde tuvieran lugar dichas funciones. El acompañamiento musical no iría mucho más allá del piano o pianola, aportado, por dificultades de transporte, por la propia empresa contratante.
    Carlos Mantegazza era un veterano y mediocre cantante de ópera clásica, que ante el progresivo auge de la Zarzuela, opta por conformar compañía propia que a partir de 1850 se lanza de gira por provincias

    Con respecto al “Marques de Caravaca”, decir, que no corría por sus venas verdadera sangre azul, tampoco era miembro de la para nada linajuda familia que porta este apellido en la localidad. Se trata del personaje central de la zarzuela en un acto titulada “El Marques de Caravaca”, con letra original de Ventura de la Vega y música de Francisco Asenjo Barbieri, representada por primera vez en el  Teatro del Circo Lírico Español de Madrid el viernes 8 de abril de 1853.




   Una selección de fragmentos de la zarzuela  “El Marques de Caravaca”, interpretada por la Orquesta Filarmonía y el coro de RTVE, dentro del didáctico programa musical “El conciertazo”, dirigido por el desparecido Fernando Argenta, puede escucharse y visionarse en el enlace.

    Para darle un poquito más de desarrollo a esta entrada nos detendremos brevemente en el apellido Caravaca de Castro del Río, con el que nos hallamos emparentados.
   Músicos y aristócratas no encontramos ninguno. Pertenecientes al clero regular y secular algunos. Además del conocido canónigo lectoral de la S.I. Catedral de Córdoba Dr.Andrés Caravaca Millán (1878-1930), sabemos de la existencia de don José Caravaca, natural de Castro del Río, religioso franciscano, secularizado después y vicario y cura párroco de Hinojosa del Duque, fallecido en 1830. Escribió y publicó “Novena del glorioso mártir San Torcuato (Córdoba, 1823).
   En 1858, fecha cercana a esas representaciones de Zarzuela, los tres curatos de Castro del Río los ocupaban don Rafael Azpitarte, don Salvador Alcaide y don Diego Medina y Caravaca.  


Andres Caravaca Millán 
   Aunque también los había entre quienes vestían el hábito de jornalero:


   En los “Anuarios del comercio, de la industria,de la magistratura y administración”, editados entre 1881 y 1911, aparecen los hermanos Pedro, Miguel y José Caravaca Salido relacionados con la industria artesana de la madera. Los tres formaron parte, en diferentes etapas de su historia, de las juntas directivas del primitivo Círculo Católico de Obreros (1877), que pronto se transformaría en Casino o Centro de Recreo de Artesanos. Pedro estuvo explotando durante un tiempo un negocio dedicado al juego de billar. Miguel, que mejoraría considerablemente su situación económica por matrimonio, vivía en la Calle Corredera. Los tres eran tíos carnales del Dr. Andrés Caravaca, cuyo padre falleció prematuramente.

27 mayo 2014

MISIONES DEL P.TARÍN POR LA CAMPIÑA DE CÓRDOBA (Montilla y Castro del Río).


    
    Durante el proceso de elaboración de una entrada reciente relacionada con la historia de mi localidad de origen, Porcuna (Jaén), tuvimos que utilizar como fuente documental la biografía del padre jesuita Francisco de P. Tarín, publicada por su compañero de orden el P. Alberto Risco S.J. en el año 1921.Paseándonos entre sus páginas se nos despertó la curiosidad sobre el éxito de sus famosas misiones por tierras de la campiña de Córdoba, de histórico arraigo del republicanismo federal, de las corrientes internacionalistas y más tarde del movimiento obrero anarquista.
     Hemos podido comprobar cómo efectivamente sus propagandas llegaron hasta estas tierras cordobesas en diferentes ocasiones.

     La primera de ellas lo fue en el año 1896. El autor del libro se queja de las numerosas lagunas que le impiden seguir con más desarrollo el itinerario apostólico del P. Tarín, lo que no le impide trazar cuales fueron sus escalas sirviéndose de su correspondencia. Consta una primera visita a la villa de Espejo con fecha de 6 de febrero. El 14 de julio vuelve a escribir desde Espejo. Había visitado previamente Écija, Marchena, Linares y Castro del Río, y, al concluir en Espejo le estaban esperando en Lebrija. El 22 de octubre estaba en Montilla, capital de un distrito electoral de fuerte implantación republicana. Decimos esto a sabiendas de que la elección de sus destinos guardaba relación directa con el arraigo de determinadas doctrinas, que pudieran poner en peligro la tradicional tutela de la Iglesia Católica sobre las capas populares.
    De lagunas nos quejamos también nosotros, ya que las colecciones de prensa histórica cordobesa, con las que pretendíamos valorar la incidencia de estas visitas, no lo permiten. Sólo está digitalizado el primer semestre del Diario de Córdoba que no recoge noticia alguna sobre aquella primera visita a Espejo. 
    En la prensa nacional hemos encontrado un inusitado bando publicado por el alcalde de Montilla, que casi seguro guarda relación con su puntual presencia en aquella ciudad. Días antes la revista Lectura Dominical, de la que debía que ser asiduo lector el P. Tarín, trasmitía su felicitación al alcalde de Montilla por lo bien que comprende la misión moral de la autoridad:

  “El alcalde de Montilla (Córdoba), con objeto de evitar la propagación de la blasfemia, ha publicado un bando en el cual, además de conminar con diversas penas a los blasfemos, se previene que en la inspección de policía se llevara un registro donde se anotaran los nombres  y demás circunstancias de estos, para quienes, así como para sus padres o encargados, afectaran los asientos de aquel como nota desfavorable cuando se trate de conceder algún destino dependiente del Municipio o de expedir algún certificado de conducta”.

   Agudas e incisivas críticas le llovieron al conservador Juan Bautista Pérez y Mataix, que así se llamaba el montillano de la vara, desde diferentes cabeceras de prensa republicana. 

El Pais 4 de octubre de 1896


    No es para nada descabellado sostener la hipótesis de que el célebre P. Tarín fuese reclamado para apagar el fuego. De hecho la única referencia de la que disponemos no menciona que aquella visita estuviera inserta dentro de una gira. Se trata de una comparecencia ex profeso.
   En 1899 se le organiza en Montilla una Misión en toda regla, a la que acude en compañía del P. Torrero. Quienes parecen ser sus máximos valedores y protectores, el Sr. Conde de la Cortina y señora se hallaban ausentes, y por causas ajenas a su influencia la misión comenzó con malos auspicios:

   “Varias personas acomodadas se opusieron resueltamente a los trabajos de los jesuitas y el pueblo los dejo solos.
    Cuando a la segunda o tercera noche salieron de la iglesia, que estaba sola, y atravesaron la plaza, se encaramó en un balcón y desde allí predicó con todos sus pulmones y toda su alma a un grupito reducido de mujeres sentadas en sus sillas
   Apenas se hacía entender, porque detrás de las sillas iban y venían los hombres, sobre todo mozos, con el sombrero puesto, el cigarro en la boca y la palabra de burla donde tenía el cigarro. El padre se desgañito aquella noche y la siguiente sin lograr el fruto deseado”.

    Intentó salvar el fracaso recurriendo a una de las advocaciones locales más populares, San Francisco Solano, patrón de la localidad. Su empecinamiento por sacarlo en procesión estuvo a punto de generar un grave incidente de orden público.
    Grupos de obreros se arremolinaban alrededor de la iglesia: ¡Que no! ¡Que el Santo no sale! ¡Eso es jugar con el Santo! ¡En cuanto aparezca por la puerta de la iglesia verán los misioneros si juegan con nosotros! ¡Esta tarde va a correr mucha sangre en Montilla! 
    Ante tales manifestaciones de "intolerancia" la procesión sería finalmente suspendida.
    Según su biógrafo, con el regreso del influyente Conde de la Cortina se produce un giro brusco en la hasta entonces ignorada y accidentada misión. Se llenan los templos para escuchar sus sermones y terminaría alcanzando el anhelado objetivo de ver a San Francisco Solano desfilando en procesión por las calles de Montilla.   
     La intercesión milagrosa del Conde de la Cortina y su virtuosa señora es elogiada por el P. Alberto Risco:

    “El ejemplo de piedad y vida cristiana que con sus hermosas virtudes da por todos los contornos de Montilla el conde de la Cortina y toda su familia, debía ser imitado por todos los hacendados ricos: de la caridad de ellos viven muchos pobres, y del desvelo con que ellos atienden a sus jornaleros, reciben educación y moralidad todos los que trabajan en su fincas, en las cuales ha fundado escuelas gratuitas y cajas de ahorro y toda clase de medios para hacer de su pecheros hombres honrados y dichosos”.

    Estos postulados de armonización social nos sirven para entender de donde tuvieron que salir los fieles que finalmente acudieron a los ejercicios de la misión celebrados en las iglesias de Santa Marta y de San Agustín.

Convento de San Agustín
    Hasta se hace eco de un prodigioso milagro. Aquella misión de Montilla, que tanto se le resistió, se cita como ejemplo de su virtuosa constancia y perseverancia.


    Centrémonos ahora en la misión desarrollada en  Castro del Río durante la segunda quincena del mes de junio de 1907.  La prensa provincial no le presta cobertura alguna. El ínclito y activo corresponsal del Defensor de Córdoba, José Mª Jiménez,  por esas fechas había dejado de residir en Castro por motivos profesionales. El R.P. Alberto Risco recoge un testimonio sobre una serenata organizada en su honor:

    “Me dieron serenata los señoritos de Castro del Río, por cierto muy devota, pues acompañaban con flauta, violín, cítara, clarinete, etc. Interpretaron el himno del Sagrado corazón, la Marcha de San Ignacio, la Plegaria del marinero  a la Virgen, etc. Y por toda recompensa pedían un escudito del Sagrado Corazón”.


    Fueron dos las tandas de ejercicios las realizadas en Castro que se saldan con un total de 1595 confesiones con sus respectivas penitencias y algunas reconciliaciones.

    Dio la casualidad de que el famoso misionero católico coincide en Castro del Río con  un apóstol del librepensamiento, llamado Arturo Rosales (debe ser un seudónimo), que venía realizando una gira en bicicleta por Extremadura y Andalucía. Sus notas de viaje pasaban a una columna de “Las Dominicales del libre pensamiento” titulada “Las Dominicales en bicicleta”. Tuvo la oportunidad de asistir a uno de sus sermones, cuyas impresiones quedan reflejadas en el artículo que remitió a su periódico desde Castro del Río:


    Entre los pueblos importantes de la provincia de Córdoba, tal vez sea éste el más pequeño, pero seguramente el más republicano y librepensador de todos.
     Aquí no hay comedias indignas ni farsas hipócritas; aquí la sinceridad se lee en la cara de todos; aquí los republicanos que hay y que son casi todo el pueblo, ni van a misa ni se abrazan con liberales o conservadores; además sus jefes no son de aquellos que se llaman republicanos para ser presidentes o vicepresidentes.
     Son todos ellos hombres muy serios y formales que han sabido crear con su trato afable y cariñoso a una verdadera falange de hombres decididos que lo mismo reconocen las bondades de la papeleta electoral como las de un buen fusil...
     En Castro reside D. José Millán, uno de los dos únicos diputados provinciales de toda la provincia de Córdoba. Así él como su compañero fueron elegidos por el distrito de Castro (debe decir Montilla).
     Me recibieron muy cordialmente y me rogaron que aquella misma noche dirigiera la palabra a los numerosos correligionarios reunidos en el Casino Republicano. Después de mi discurso, interrumpido frecuentemente con calurosos aplausos, el mismo D. José Millán que me había presentado al público invitó a los presentes a otra velada que se debía celebrar dos días después, martes 18 del corriente, y en la que había de hacer uso de la palabra yo para contestar al sermón pronunciado en la iglesia parroquial por un tal Tarín o Tartarín, que suena lo mismo, de la Compañía de Jesús.
     Este gachó del arpa intenta imitar al seductor de Eva, con la diferencia de que, habiendo variado los tiempos y siendo él muy feo, lo único a lo cual aspira es a seducir... almas y espíritus.
     Y esto lo ha conseguido, pero no con sus sermones, porque ni sabe lo que es exordio, ni lo que es argumentación, peroración y conclusión, ni cuáles son las condiciones indispensables para ser predicador, a saber: inteligencia elevada, intuición viva, mucha filosofía, y, sobre todo, mucha psicología, voz fuerte, simpática y agradable y no ser... jesuita.
     El Tarín, que está actualmente en Castro de propaganda para afligir el espíritu de las pobres mujeres del pueblo que se vuelven locas para hacer lo que él manda en nombre de Dios, y que como predicador es una verdadera calamidad, a pesar de ser jesuita, lo que ha conseguido es juntar a los niños, a las niñas y a las viejas del pueblo para llevárselos en procesión magna, y a las cuatro de la madrugada a rezar por las calles, molestando la tranquilidad del vecindario.
     Esto son los jesuitas de hoy, unos seductores de las almas de niños ingenuos y de viejas hipócritas, imitadoras de Sor Patrocinio y de Isabel II, coadyuvadas por Franciscos de Asís modernos que abundan mucho en el elemento frailuno...; los de ayer eran los que iban al lado de los dominicos a encender las hogueras que carbonizaban a los mártires de la Ciencia, como Bruno, Lutero, Galileo, Servet y Savonarola...
    ¡Qué lástima que los jesuitas y los dominicos de España no pierdan sus carteras como el dominico Fray Juncos, de San Juan, de la República Argentina!


    El forastero no tuvo problemas para infiltrase en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción para escuchar la plática completa del padre jesuita. Quienes puedan mostrarse interesados en acceder a otras “ironías o irreverencias” de su reseña, en la que aflora la típica animadversión hacia esas otras propagandas extremas les remito al enlace.


    Organizado el mitin de protesta contra lo vertido desde el pulpito por el jesuita Tarín, resultó el acto una gran manifestación anticlerical. Ya no eran las pobres mujeres, era el pueblo entero, que con sus aplausos frecuentes y entusiastas, vino á confirmar el juicio que me había formado de aquel gran pueblo de republicanos y de librepensadores.
    Acto y teorías fueron muy felicitados por intransigentes y neutros, y LAS DOMINICALES muy vitoreadas.
   Total: que he dejado por ahí una muy buena impresión y un creciente entusiasmo por el querido periódico que tantos esfuerzos y sacrificios nos viene costando, amén de muchos sinsabores y amarguras.
    Me enteré después que el jesuita organizó una de sus tantas procesiones de mujeres y niños, en desagravio de nuestros pecados imperdonables, que nos llevarán derechitos al infierno. Mejor así, ya que á Dios le hemos visto pintado muchas veces y á Satanás muy pocas, y lo justo es conocer bien á los dos...





   El P. Juan M. Sola, otro jesuita, continuador del apostolado del P. Tarín por estas tierras cordobesas, nos suministra otro testimonio en el que, además de explicarnos cómo se planificaban y desarrollaban estas misiones jesuíticas, afloran  las verdaderas razones que tanto dificultaban el calado de sus propagandas en las localidades del distrito de Montilla:

    “El 25 de enero de 1908 comencé una novena dedicada al Corazón de Jesús en la célebre Montilla, de la provincia de Córdoba. En ésta, como en las de Madrid y Murcia, y en general en todas las que predico, hago comunión general por la mañana con su plática correspondiente, a fin de exponer algún punto más espiritual, recoger el fruto del sermón de la noche, enseñar la práctica de la comunión frecuente, enamorarlos más de Cristo e ir predisponiendo a la ciudad a una comunión general. Hay en ello otra ventaja, a saber, que se van despachando las confesiones y no se aglomera el trabajo los días últimos. La iglesia del Santo se llenó desde el primer día. Vi desde luego las huellas de nuestros Padres que visitan con frecuencia esta ciudad, en especial del santo P. Tarín, que ha dejado allí muy honda y perdurable memoria. Y penetrando más adentro, pude apreciar la labor de siglos, empleada por los antiguos jesuitas en cultivar esta viña, hoy cubierta de maleza. ¿ Que han de hacer doscientos números del Heraldo, cincuenta de España Nueva, otros tantos del Liberal, Imparcial y mil otros de la misma estofa recibidos con ansia, leídos diariamente con avidez y distribuidos y voceados con escándalo?  Aunque nos rompamos el pecho todos los predicadores,  el triunfo es del masonismo y del liberalismo, sin una milagrosa intervención de lo alto.
    Tal está Montilla, presa del caciquismo liberal y del indiferentismo religioso. Con todo no me puedo quejar de poco fruto: hubo reconciliaciones notables, se atajaron algunos escándalos y con gran edificación se cerró el Novenario, el día de la Candelaria, con una procesión, nunca vista, del divino Corazón. Asistió en pleno el Ayuntamiento, que envió también la banda, y recorrieron las calles y plazas entre cánticos y vivas”.


(Cartas edificantes de la provincia de Aragón. Año 1911. Barcelona. Librería e Imprenta Religiosa, 1912)


   Por esas fechas, aunque no se menciona, empezó a llegar hasta Montilla “El Socialista”, por obra y gracia del médico y humanista Francisco Palop Segovia, que ese mismo año de 1908 había contribuido al nacimiento de una sociedad denominada “La Ilustración Obrera”, precursora del socialismo en la localidad.
     El que se vendía como rosquillas, especialmente en Castro del Río, era España Nueva, diario de línea editorial republicana dirigido por el federal  Rodrigo Soriano , con excelente acogida entre sus adeptos de las poblaciones pertenecientes al  distrito electoral de Montilla (Montilla, Aguilar, Castro del Río, Espejo, Montemayor y Moriles). Incluso, durante un tiempo en que la Confederación Nacional del Trabajo careció de voceros propios, sus páginas dieron cabida a artículos de anarcosindicalistas.
    En resumidas cuentas, como lecturas recomendables para estos padres jesuitas estarían “La Hoja Parroquial” a nivel local, el ultra católico y conservador diario El Defensor de Córdoba a nivel provincial y entre los nacionales el integrista El Siglo Futuro como predilecto.
    No es de extrañar, por ejemplo, que en la población de Castro del Río, donde las huestes liberales y republicanas superaban con creces a los conservadores en aquel contexto político y social, no se conserve entre sus actuales pobladores nada sobre  “la huella y perdurable memoria” de las misiones del P. Tarín, como sucede en otras localidades cercanas donde lo tienen encumbrado casi a la categoría de Santo.

26 mayo 2014

PORCUNENSES DE POCA FE. SOCIALISMO Y OBRERISMO (1910-1912).



    Aquel emergente socialismo nacido en Porcuna a principios del siglo XX, que se estructura en torno a una pequeña agrupación local y la sociedad de obreros agricultores Paz y Libertad, a partir del año 1906 entra en un periodo de letargo y retraimiento. Apenas si llegan noticias de su actividad a la redacción de "El Socialista". Algunos de sus primeros líderes optaron por aparcar o abandonar la militancia activa. Una prueba de sus carencias a nivel de compromiso, organización y preparación, es lo ocurrido en las elecciones municipales de 1909. El voluntarioso y reducido grupo de hombres que se hallaba al frente de los socialistas porcunenses quiso concurrir a aquel proceso, pero por desconocimiento de la ley no se cumplió con ciertas formalidades legales que les impidieron ser proclamados candidatos.

    Muestras de anticlericalismo en su seno, exceptuando alguna tímida censura por la instalación de un establecimiento de enseñanza religiosa favorecido por un "monterilla local" y el hecho aislado y puntual de un "bandolero de confesionario", expulsado de la sociedad, no volvemos a encontrarlas hasta ya iniciada la segunda década de siglo.
    Con el regreso del liberal José Canalejas a la presidencia del Consejo de Ministros en febrero de 1910, el país recupera ciertos aires de libertad. Una de sus prioridades fue la política religiosa. Con mucha discreción buscó la manera de alcanzar una amistosa separación de la Iglesia y el Estado, a la que finalmente tuvo que renunciar ante la resistencia del Vaticano, para nada dispuesto a dejar la posición de privilegio que tenía la Iglesia Católica en España. Medidas como la famosa "Ley del Candado" sólo le sirvieron para ganarse la animadversión de los sectores más integristas que le acusaron de pretender descatolizar España y de estar al servicio de la Masonería.
    Los posicionamientos reformistas de Canalejas no tenían otro objetivo que el de reforzar el carácter laico del Estado para mitigar, en lo posible, el creciente auge del anticlericalismo. Los posicionamientos cerrados de la jerarquía eclesiástica española terminarán por provocar el efecto contrario al deseado.
    Una muestra de esa actitud oficial de la Iglesia, compartida por los sectores más conservadores de la sociedad, la encontramos en los versos finales de la composición poética titulada “El Triunfo de la Fe” del vate local don Eugenio Molina, reservada para el solemne acto de inauguración del templo parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Porcuna en el mes de septiembre del año 1910:

Vengan todos los cristianos para dar devoto ejemplo;
vengan todos los creyentes a rezar al nuevo templo;
grandes y pequeños, venga todo el que en Dios cree…
y postrados ante el ara, con acento reverente,
¡elevemos dulce cántico al Señor Omnipotente,
celebrando en este día el triunfo de la Fe!

    De irreverentes e impíos tuvieron que ser tildados aquellos primeros ciudadanos de Porcuna que en adelante optaran por prescindir de los servicios de la Iglesia en todos aquellos hechos relacionados con el nacimiento, el matrimonio y la defunción.
   Inserta en el marco de los actos de la inauguración del nuevo templo celebra una misión el R.P. de la Compañía de Jesús, Francisco de P. Tarín, asiduo en la plaza y responsable, en parte, de la obra que se inauguraba: “Aquella de la cual había dicho que la necesitaban los hijos de Porcuna más que el pan, y a cuya fabricación tanto había contribuido el misionero jesuita”.
    Las misiones del P. Tarín respondían a ese generalizado empeño entre los padres jesuitas de luchar contra el indiferentismo religioso, en un principio, y más tarde para intentar  poner barrera o freno a la propagación de “doctrinas disolventes”, como el Socialismo, arraigado en Porcuna desde el año 1903.


     Por indiferentismo religioso entendemos aquel que se hallaba tan extendido entre determinadas capas populares, dejadas un poco de la mano de Dios. Eran aquellos quienes por necesidad, prácticamente sin pasar por la escuela, eran destinados desde niños a realizar tareas en cortijos y caseríos. Personas, en muchos casos, carentes no sólo de moral religiosa sino de cualquier principio ético al que aferrarse. Solían ser atrapados con facilidad por los vicios y entre su vocabulario anidaba un amplio surtido de expresiones del tipo “me cago en…” catalogadas como blasfemas por las gentes de orden y a veces hasta perseguidas.

La Lectura Dominical (26 de diciembre de 1897)
    A aquella misión de 1910 acude un P. Tarín que, por edad (63 años) y estado de salud, carecía ya de esas especiales dotes de seducción de las que hiciera gala a lo largo de su carrera sacerdotal. Entre 1904, fecha de su anterior misión, y esta, también se habían operado algunas transformaciones en la sociedad local en cuanto al tradicional apego de sus pobladores a la religión.





    En un libro publicado por el Padre Alberto Risco S.J., que titula “El Padre Francisco de Paula Tarín de la Compañía de Jesús:apuntes biográficos de este incansable misionero a quien los pueblos han dado con justicia el título de Apóstol del Corazón de Jesús", encontramos algunos ilustrativos testimonios para entender esa evolución.
    El párroco de Porcuna, don Ramón Anguita Carrillo, se  manifestaba en los siguientes términos:

   “Porcuna es población religiosa, de las más católicas acaso de esta región; pero la confesión sacramental se ha abandonado por la generalidad de los hombres, con harta pena mía, aunque me queda el consuelo de que es raro aquel de mis feligreses que muere sin haber recibido los Santos Sacramentos; y suelen al confesarse contar los años pasados desde la última confesión por la fecha de alguna de las misiones del padre Tarín”.

   El éxito de aquellas misiones se valoraba, mayormente, en función del número de hombres que pasaban por el confesionario y en el de mujeres asistentes al Rosario de la Aurora.
   El libro del P. Risco se publicó en 1921, aunque las informaciones que le suministran desde Porcuna para documentarse deben ser bastante anteriores.

P. Pedro Castro Quero


    En el mismo libro aflora otro significativo testimonio, el del R.P. Pedro Castro Quero, jesuita natural de Porcuna, que había entrado en la Compañía por consejo del mismo P. Tarín:

    “Aquella fiesta durante tantos años preparada, esperada y suspirada, se convirtió para el P. Tarín en un amargo desencanto. Es cierto que la gente buena le recibió con entusiasmo; es cierto que el padre trabajó hasta un límite inconcebible, se dio el caso de salir de su habitación el padre y no volver en cuarenta y ocho horas; es cierto que el acto de la adoración nocturna fue concurridísimo; es cierto que el Prelado y el Párroco y todos se maravillaran de que un hombre viejo y decrépito pudiese multiplicarse de aquel modo. Pero es también ciertísimo que la masa del pueblo, de este pueblo que formaba con sus confesiones y penitencia los encantos del P. Tarín, no estuvo entonces para él más que frialdad y a veces positivas muestras de hastío.
    ¿Quién está predicando? – preguntaban. El padre Tarín. ¡Bah! A ese ya le hemos oído muchas veces. Y seguían su camino.
     Ocasiones hubo en que fue a buscar los grupos de hombres que había en la Plaza, y, uno tras otro fueron desfilando hasta dejarlo sólo.
    ¡Ya no valgo nada, no valgo nada! – repitió más de una vez con lágrimas asomadas a los ojos”.
   El padre Castro llegó a aconsejarle que no visitase Porcuna porque presentía aquella desilusión. 
    Prácticamente coincidiendo con la muerte del P. Tarín, acaecida en Sevilla en diciembre de 1910, se constituye en Porcuna una Juventud Socialista, integrada en un principio por unos sesenta jóvenes que trasmiten nuevos arrestos al obrerismo local. Son ellos quienes, con el apoyo y asesoramiento de los veteranos que no claudicaron durante el periodo de crisis, llevarán el peso organizativo
    A lo largo del año 1911 se produce un progresivo aumento en el número de afiliados, que afecta por igual a la Agrupación Socialista y a la sociedad de obreros agricultores Paz y Libertad. En la celebración del 1ª de Mayo fueron algo más de 400 compañeros/as quienes participaron en una gira campestre de carácter festivo.



   A la par, se hacen cada vez más frecuentes las inscripciones registrales de recién nacidos que ya no pasan por la pila bautismal, como venía siendo costumbre. Los intrépidos y orgullosos padres remiten notas a la redacción de El Socialista para dejar constancia y para que, de camino, cunda el ejemplo. Su poquita de sorna anticlerical no le falta a alguna de estas comunicaciones:





    Ante el progresivo auge de estas actitudes la primera autoridad local optará por intervenir. Fue a raíz de un, creemos que  hasta entonces inédito, enterramiento civil. Juan Pérez Barba, uno de aquellos militantes de nueva hornada, al parecer, cumpliendo los deseos “manifestados por su propia madre mucho tiempo antes”, llegado el momento de su muerte, decidió enterrarla civilmente “después de sostener cruda guerra con los hipócritas beatos que sólo ponían dificultades”, aunque no pudo impedir, por hallarse trabajando, “que penetraran en su casa y le aplicaran el viático a la moribunda, fastidiando cuanto pudieron, como hacen siempre en casos semejantes esta especie de cuervos o lechuzas”. Se trata de un testimonio partidista en el que se mencionan ciertas trabas y maniobras arteras puestas en práctica por el señor alcalde constitucional de la villa:

   “El alcalde negaba la autorización, y cuando no tuvo razones que alegar, acudió a la desvergüenza de pedir 25 pesetas de impuesto, ofreciendo, en cambio, gratis una sepultura en el cementerio católico. El compañero Pérez Barba, queriendo resolver el asunto cuanto antes pagó lo cinco duros y pidió carta de pago, que efectivamente le dieron”.


    La prueba llegó hasta manos del diputado socialista Pablo Iglesias, que se personaría  ante el Ministro de Gobernación para reclamar la conducta del alcalde de Porcuna (Don Emilio que haiga toros), a la vez que tan premeditado agravio. Los socialistas de Porcuna adosaron la tasa ordinaria por la que se regían los enterramientos en la localidad: “Cinco pesetas cuando se trataba de adultos y la mitad por los niños”.


   El consecuente socialista Juan Pérez Barba, parece que salió reforzado de aquel asunto  y vuelve a convertirse en protagonista cuando decide contraer matrimonio por lo civil. El acto, que se celebró en la Casa del Pueblo, estuvo revestido de importante solemnidad: “Acudió una enorme concurrencia, que formaba una verdadera manifestación. Se pronunciaron varios discursos”
   A los redactores de La Lectura Dominical (órgano del Apostolado de la Prensa), no les pasa desapercibida aquella celebración laica de Porcuna. La aprovechan para publicar un extenso artículo bajo el título de “Socialismo y Catolicismo”, en el que se critican y cuestionan esos nuevos aires anticlericales de los que parece estar impregnado el socialismo español:

   “Ahora ya no es preciso establecer distingo alguno, pues con brutal franqueza los directores del socialismo se han quitado la máscara predicando de un modo descubierto la impiedad. No les basta con intentar la secularización del estado por medio de leyes más o menos hostiles al catolicismo, ya llevan su labor demoledora al hogar doméstico, procurando arrebatar a las familias el tesoro inestimable de la fe.
    Así lo demuestra, entre otros muchos casos que pudiéramos citar, el ocurrido recientemente en Porcuna, donde para festejar el matrimonio civil de un obrero, el centro socialista celebró una velada en la que se pronunciaron discursos antirreligiosos sin respeto alguno a los socios que, en uso de su derecho, pudieran no estar conformes con estas ideas disolventes. El escándalo promovido con este motivo en aquella localidad es inmenso”.

(La Lectura Dominical de 18 de noviembre de 1911)


   En este estado de cosas se celebraron elecciones municipales. Esta vez sí pudieron presentar candidatura los socialistas, obteniendo, pese a las trabas del sistema, los votos suficientes para que resultara elegido como concejal Antonio Casado Rodríguez, que se convertiría en el primer edil socialista de la historia de Porcuna. De este hombre, perteneciente al grupo fundacional de Paz y Libertad, allá por el año 1903, conocemos relativamente poco. Creemos que la antigua calle Gitanos, rebautizada como "A. Casado Rodríguez" durante la II Republica, lo fue en su honor.

   Aquel nuevo despegue del obrerismo local seria frenado en brusco. Algún manejo caciquil se tuvo que poner en marcha para que el Juzgado de Martos instruyera causas contra las respectivas juntas directivas de Paz y Libertad y de la Juventud Socialista. Como consecuencia se procedió a la suspensión judicial y clausura inmediata del Centro Obrero:

El Socialista 5 de enero de 1912
    Todo indica que suspensión apenas si duró un par de meses. En abril se procede a la renovación del comité local de la Agrupación Socialista. Un obrero llamado Modesto Delgado figura como secretario y hombre de contacto a efectos de correspondencia. Se celebra el 1º de mayo dentro de la normalidad con una manifestación y una gira a la que asisten más de 500 personas.
    En la orden del día del IX Congreso del Partido Socialista Obrero celebrado en Madrid en el mes de octubre de 1912 se incluyeron dos propuestas presentadas por de la Agrupación Socialista de Porcuna. Benito Luna Anoria, un abogado de Campillos (Málaga), actuó como delegado. 


   Dentro de la Juventud Socialista local, que también envió delegado al III Congreso de las Juventudes Socialistas de España, se destacaba el joven Manuel de Quero Morente. A finales de 1912  publica un folleto titulado “Entre jóvenes”. Fue editado por la A.S. y la Sociedad de Oficios Varios de Porcuna que lo consideraban "muy recomendable para la propaganda de las ideas socialistas”.Se puso a la venta al módico precio de 10 céntimos. Un escrito suyo, "Amor futuro", publicado en la revista Vida Socialista por las mismas fechas, suponemos que debe proceder del referido folleto, hoy perdido o ilocalizable.
    Su paso por el socialismo fue efímero. En 1914 simultaneaba la dirección de la revista Obulco con su trabajo en la redacción del diario independiente linarense El Noticiero. Con posterioridad trabajaría en diarios de la capital jiennense, como La Lealtad (1915) o El Defensor de Jaén (1916), órgano de la Asociación Agrícola e Industrial, del que fue director. Un trabajo suyo, de carácter literario, también vio la luz en la revista mensual Andalucía, editada por el Centro Andaluz de Sevilla con cuyos posicionamientos regionalistas parece comulgar. Su paso al periodismo pudo estar condicionado por su amistad personal con Juan Lamoneda, cuyo nombre aparece entre la amplia nómina de los colaboradores de Obulco.

    A partir de 1913 el obrerismo local entra en un nuevo periodo de crisis del que no saldrá hasta el año 1918, cuando en vísperas de las elecciones a diputado a Cortes vuelve a reorganizarse.

23 mayo 2014

MIGUEL GALLO: FIDELIDAD A LA LEGALIDAD REPUBLICANA (1936- Guerra Civil).



    Miguel Gallo, tras aquel fallido intento de abrirse paso en la vida política del nuevo régimen republicano, a cuyo advenimiento había contribuido poniendo en juego su propia vida, se retracta de su solicitud de baja en el Ejército  y se le adscribe provisionalmente al Regimiento de Infantería nº 31 en Madrid.

    En diciembre de 1931 el general de división don Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, compañero de Gallo durante el obligado periodo de exilio parisino, es nombrado jefe del Cuarto Militar del Presidente de la República. Miguel Gallo, con aspiraciones de destino definitivo en la capital, recurre a él pare que le agreguen al Cuarto Militar. El diario oficial del Ministerio de la Guerra de 3 de abril de 1932 publicaba la orden:


   Figura también otro oficial de los sublevados en Jaca, el teniente de Infantería Justo López Mejías. Al  poco se les une el teniente José María Galán Rodríguez, el menor de los hermanos del mítico Fermín Galán. Con el tiempo, los tres se mantendrán fieles a la legalidad republicana llegando a comandar Brigadas Mixtas del ejército republicano durante la guerra. López Mejías compartió prisión con Miguel Gallo en Alicante. Es autor de unas memorias inéditas en las que aflora un emotivo testimonio sobre los últimos momentos de Gallo antes de verse en el terrible trance de tener ante sus ojos un pelotón de fusilamiento.


   Don Niceto Alcalá Zamora, por problemas de agenda o de seguridad, en algunas ocasiones solía delegar su representación a los jefes y oficiales del Cuarto Militar. A Miguel Gallo se le encomendó dicha  misión en más de una ocasión:

11 de mayo de 1933
   Tras el descalabró sufrido por el partido liberal-demócrata de Alcalá Zamora en las elecciones de febrero de 1936, ganadas por el Frente Popular, se produce el relevo en la presidencia de la II Republica Española. Don Manuel Azaña juraba el cargo el 10 de mayo de 1936.
   El diario oficial del Ministerio de la Guerra (31 de mayo de 1936)  nos permite conocer que el capitán Miguel Gallo y el teniente Justo López Mejías, del Cuarto Militar, pasan destinados a la “Guardia Presidencial”, un batallón de nuevo cuño encargado de velar por la seguridad personal del nuevo Presidente.
   Cuando el 17 de julio militares rebeldes se levantan en armas contra la República el citado batallón se hallaba aun en fase de organización al mando del comandante de infantería Leopoldo Menéndez.

    El 18 de julio, atendiendo órdenes de sus superiores jerárquicos, se personó de inmediato en el Ministerio de la Guerra. Según la declaración jurada del propio Miguel Gallo, inserta en el procedimiento sumarísimo de urgencia que se le instruye en Alicante, el Comandante Barceló, a quien se le había encomendado la organización de las milicias populares, le puso al frente de unos cien milicianos del barrio de Cuatro Caminos “los cuales al verse armados se dispersaron”.


   Se trata de un testimonio falseado de carácter exculpatorio que responde a la necesidad de defenderse de las acusaciones que le vinculan con el primer episodio sangriento de la guerra en la capital de España, el cerco y posterior Asalto al Cuartel de la Montaña (20 de julio). Según la prensa madrileña una milicia gubernamental mandada por el capitán Gallo se destacó por su heroica y denodada lucha. 
   Manuel Carnero Muñoz, un estudiante iliturgitano afiliado a las Juventudes Socialistas Unificadas, testigo directo de cuanto aconteció en Madrid durante aquellos primeros días de la guerra, nos proporciona un militante, aunque clarificador, testimonio sobre las primeras actuaciones del militar profesional Miguel Gallo: 
   
      “Casares dimitió. Parecía una trampa preparada. Efectivamente, en la madrugada del 19, a las 3,30 se anunció la formación de un Gobierno presidido por Martínez Barrio. Y se supo que ya se había hablado con los generales sublevados. Nos van a entregar atados de pies y manos, decía la gente.
    Pero el pueblo no se acobardó. Se lanzó a la calle para impedir la capitulación. Aquella mañana dominical del día 19, la Puerta del Sol era un hervidero. Por todas partes llegaban hombres y mujeres, de Cuatro Caminos, de los Carabancheles, de las Ventas, de Vallecas... Se gritaba contra el gobierno de capitulación y se exigían armas. A las cuatro de la tarde se anunció la constitución de un nuevo gobierno, presidido por José Giral.
    Volvimos a Cuatro Caminos. Había prisa. Se sabía que Fanjul estaba en el Cuartel de la Montaña, que durante la noche habían entrado falangistas en el mismo, que se aprestaban al combate. Estábamos preocupados con las noticias de Campamento, de Carabanchel, de Cuatro Vientos, Y pensábamos que no podíamos estar inactivos.
   Con una sensación de alivio recibimos la noticia. Se acababa de constituir la Comandancia General de Milicias. Su jefe era el comandante Barceló, un militar que merecía confianza. Supimos que se había acordado constituir cinco batallones de voluntarios, que estarían dotados de trescientos fusiles y dos ametralladoras cada uno. No era mucho, pero era algo. Estrechamente unidos, comunistas, socialistas, los jóvenes socialistas unificados empezarnos a planear la organización del Quinto Batallón de Voluntarios, que debía tener como base de reclutamiento la zona de Cuatro Caminos.
   Hacia esa barriada, a su centro, casi a la misma Glorieta, en un callejón sin salida, a la casa que cerraba esa salida, llegaron un comandante del Ejército y dos capitanes; Miguel Gallo, el que conocíamos desde la sublevación de Jaca, en la que ambos habíamos participado y Arturo Arellano, que estaba retirado y que venía como una especie de uniforme deportivo de pana. A ellos se unió otro militar, Francisco Galán,  hermano de Fermín, también retirado, militante comunista, muy popular y querido. El comandante era un militar cargadísimo de prejuicios y sobre todo con un santo temor a los comunistas. A la casa llegó también el armamento y la munición.
    En esa noche histórica, cálida, con apretadas discusiones, estaba naciendo el Quinto Batallón de Voluntarios. El parto fue difícil. El comandante se resistía. No quería que los comunistas formásemos parte del batallón. Discutíamos acaloradamente. Los dirigentes socialistas, Rodríguez, secretario de la JSU, Santiago, organizador del Radio Norte del PCE, Gallo, Arellano, Galán, todos le hacíamos ver la urgencia que teníamos, que ya se había producido la sublevación, que era necesaria la unidad más estrecha. Y abajo, en la calle, centenares de hombres se apretujaban a la espera de las arnas.
    El comandante. Barceló envió a Cuatro Caminos, al teniente Justo López Mejías, su ayudante, otro oficial de los de Jaca, para inspeccionar cómo marchaban las cosas. Le explicamos con el Batallón, aún en estado ultra uterino, mientras, según nos informaba el propio Justo, ya debiéramos estar saliendo hacia el Cuartel de la Montaña.
    La autoridad que López Mejías traía, obligó al comandante a aceptar la decisión justa. Los fusiles se dieron a los miembros de las organizaciones antifascistas. Las dos ametralladoras a los que sabían manejarlas. El jefe de esos equipos fue el dirigente comunista del Metro, Esteban Díaz, que había sido en el ejército, soldado de ametralladoras.
   Gallo, Arellano, Galán y los que habíamos hecho el servicio militar, enseñarnos al resto de los voluntarios el manejo de los fusiles. Una enseñanza muy elemental y rápida. Cómo poner el peine con las balas, cómo mover el cerrojo, cómo disparar. Y casi nada más. En esa afanosa enseñanza transcurrieron los últimos minutos hasta el alborear.
    Y cuando ya se encendía el sol por el horizonte, unos cuantos tranvías chirriantes, los famosos 17, cargados con el batallón, bajaron por Bravo Murillo hacia Quevedo y enfilaron la calle de San Bernardo. En esa calle, al llegar a la esquina de Quiñones,  desde los tejados de la iglesia nos hicieron nutrido fuego de fusil y pistola. Los hombres se arrojaron de los tranvías y quisieron asaltar el edificio que había dejado de ser santo para transformarse en un reducto faccioso. Trabajo costó -¡cuántas voces tuvimos que dar! - para que los tranvías siguiesen su marcha, sin hacer caso al pequeño obstáculo que trataba de impedir que se cumpliese el objetivo de llegar a la Montaña.



    Y al fin se llegó. Y allí los hombres de Cuatro Caminos se unieron a otros que venían de todos los rincones de Madrid y allí unos y otros presenciamos la llegada del cañón que lanzó las primeras granadas sobre el cuartel de la calle de Ferraz,  y se observó al avión que arrojó unas bombas sobre el edificio. Todo el mundo se lanzó hacia las puertas. Y penetró dentro. Y derrotó, con el empuje de sus cuerpos a los fascistas encabezados por Fanjul. No podemos olvidar, por lo significativo que fue en aquellos momentos, que junto a los hombres del Quinto Batallón de Voluntarios,  había un destacamento de la Guardia Civil, que cumplió con su deber, contribuyendo a la toma del cuartel.
   Los hombres del Quinto Batallón tenían ya su bautismo de fuego. No sabemos cómo volvió cada uno. Pero triunfantes y jubilosos nos reunimos de nuevo en la Glorieta. Mandando la tropa estaban Gallo, Arellano y Paco Galán. Analizamos lo que había que hacer. Adiestrar a los milicianos, organizarlos, ponerlos en condiciones de combatir, pues aunque algunos creían que todo había acabado, muchos pensábamos que la lucha iba para largo”. 

   De vuelta al Ministerio de la Guerra, donde cunde el nerviosismo y desconcierto propio de esos primeros momentos. Se le vuelve a asignar un importante contingente de milicianos (unos 250)  con los que marcha hacía Somosierra. Allí se une a otras fuerzas leales cuyo cometido principal era frenar el avance hacia la capital de las columnas del bando sublevado enviadas por el general Emilio Mola. Será Francisco Galán quien acapare mayor gloria y protagonismo durante aquellas primeras jornadas épicas de la defensa de Madrid. 

Francisco Galán en Somosierra durante un alto en la lucha
   El día 23 de julio el capitán Gallo resulta herido en una acción de combate y evacuado a Madrid. Se repone y regresa de nuevo al frente donde actúa como enlace entre las columnas dirigidas por Galán y el E. M. Central. La foto que mostramos en la cabecera se corresponde con la ejecución de tal mandato.
    Durante los días que permanece de baja, pese a sus heridas, colabora en la instrucción en el manejo de armas de los voluntarios que acuden al cuartel del famoso Quinto Regimiento instalado en la calle Francos Rodríguez (ex convento de Selesianos). Por estas fechas, se le supone ya afiliado al PCE, influenciado por sus amigos y compañeros los hermanos Francisco y José María Galán Rodríguez o por las propias circunstancias excepcionales de la guerra, que obligaban a tomar partido.
    No formó parte de la Columna Miaja, tal como sosteníamos en aquella entrada en la que aflora cierta confusión en torno a un primeramente fallecido, luego herido, capitán Gallo en las proximidades de Córdoba, que tal como explicamos, fue fruto de ciertas argucias puestas en práctica por los respectivos aparatos de propaganda de los bandos en conflicto.
   Sobre su participación en los combates de Somosierra disponemos de un testimonio de dudosa fiabilidad, dada la peculiar trayectoria de quien lo trasmite. Se trata del aportado por Enrique Castro Delgado, primer comandante del Quinto Regimiento y ex comisario politico, en su libro “Hombres Made in Moscú” 



    La típica medalla protectora, portada en el cuello por un católico, le sirve a Castro para restar credibilidad al valor y lealtad del capitán Gallo:

    "Llega Gallo, un militar profesional. Por entre su camisa abierta veo una cadena de oro, después una medalla. Hago como que no he visto nada y pregunto ¿Qué hay?"   

    Por prejuicios y desconfianza nos presenta a un capitán Gallo desconcertado, timorato e indeciso a la hora de hacer frente a las fuerzas carlistas que al grito de ¡Viva Cristo Rey! estandartes y banderas con la imagen de la Virgen y el Sagrado Corazón, encuentra al coronar una cima.
    El diario El Sol (9 de septiembre de 1936) publica una extensa relación, firmada por Galán, en la que aparecen los nombres de todos y cada uno de los oficiales y suboficiales, que procedentes del Batallón Presidencial, permanecieron leales, se destacaron o perdieron la vida en diferentes frentes de combate.
    Como oficial de enlace permaneció en Somosiera hasta mediados de septiembre de 1936, en que queda afecto a la 3ª sección (operaciones) del E.M. Central, al mando del por entonces comandante de caballería Segismundo Casado. En los primeros días de octubre se le asigna una Columna Mixta compuesta por tres batallones de milicias, una compañía de la Guardia Civil y otra de Guardias de Asalto, cuya misión era cubrir un sector de aproximadamente 14 kilómetros lineales al oeste de la capital. El empuje de las fuerzas nacionales provocó  la dispersión de la columna que tuvo que retroceder hasta Brunete, donde se estableció una nueva línea de resistencia.

    El 20 de octubre recibe órdenes de organizar la 6ª Brigada Mixta en Murcia. El día 25 el diario oficial del Ministerio de la Guerra publicaba su ascenso al empleo de Comandante.


Murcia 30 de octubre de 1936
     En pocos días quedaron organizados cuatro batallones “impregnados de excelente moral y organización” prestos a marchar al Ejercito del Centro que les reclama.
     El 5 de noviembre de 1936 se incorpora al frente, estableciendo su puesto de mando en Morata de Tajuña. Contaba al llegar a Madrid con 11 oficiales, 187 suboficiales y 3.287 cabos y soldados; en total 3.485 hombres. Tendrán su bautizo de fuego el día 14 en las operaciones conducentes a la toma del Cerro de los Ángeles, que no se consiguió. Le siguen funciones de cobertura en el sector de La Marañosa (8 kilómetros de extensión).


    A primeros de diciembre, marcha a la Ciudad Universitaria a relevar a las unidades de la XI Brigada Internacional que había quedado algo maltrecha durante aquella titánica defensa de Madrid. Cubre el sector comprendido entre la Puerta de Hierro y el Hospital Clínico. En los combates en defensa de estas posiciones, la Brigada sufrió importantes bajas. Se distinguió especialmente en el asalto al Palacio de la Moncloa y en una operación sobre el Hospital Clínico. 
   El comisario político de la Sexta Brigada Mixta, Ricardo Ramón, en un mitin organizado en Alhama (Murcia) por la asociación de Amigos de la Unión Soviética, interviene para tributar homenaje a los murcianos heridos en frente, algunos de los cuales asisten al acto desde los palcos y que son fuertemente ovacionados: 

   “La voz de este pueblo —dice— y la de todos los pueblos es la de oponer un rudo dique al fascismo para aplastarlo. Mirémonos en los ojos de Madrid y hagamos honor a su heroísmo. No llamo a los señoritos; hablo a los hermanos, a los proletarios de todas las ideologías para engrosar las filas del Ejército de la República. Os llamo al corazón vamos a jugarnos la vida para defender a la República y al mundo de la carroña fascista. Pido ropa interior, calcetines, víveres, tabaco, lo que sea, todo lo que queráis darme para llevarlo a nuestros bravos soldados”.

    También participó en los combates de la carretera de La Coruña, en enero de 1937, después de los cuales regresa a Murcia para disfrutar de un merecido descanso.


    Se le vuelve a movilizar en febrero de 1937, cuando a raíz de la caída de Málaga tiene que marchar a toda prisa por la carretera del Mediterráneo hasta las cercanías de Motril (Castell de Ferro- Sierra de Lujar) donde consigue frenar el avance del ejército rebelde y estabilizar el frente.
    Los posteriores derroteros de la carrera militar del comandante Miguel Gallo durante la Guerra Civil quedan aparcados hasta nueva orden.


Fuentes utilizadas

    Muchas y de diferente naturaleza, que no nos molestamos en relacionar, para, de camino, no ponérselo a huevo a desaprensivos logrones que pululan por estos medios. Quien pudiera estar interesado en aclarar detalles o procedencia de las informaciones no le resultara difícil ponerse en contacto con el autor de este lío. Reiterarme en el agradecimiento a Eduardo Ros Martínez, investigador del CSIC en el Instituto de Física Corpuscular (IFIC), descendiente de esa rama del apellido Gallo de Porcuna, que ha puesto generosamente a nuestra disposición valiosos documentos y una cuidada y elaborada reseña biográfica sobre nuestro protagonista, que titula: “El capitán Gallo. Un militar en la tormenta del siglo XX español”.