Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

21 enero 2013

Los reos de Porcuna: artículos de opinión de Marcelino Domingo.



     Quienes sigan este espacio conocerán mi obsesiva afición por ponerles rostro a los personajes que se me atraviesan. Al elaborar aquella serie de entradas sobre los Nereos, basándome en la edad de los reos, la observación y análisis de una fotografía publicada en Mundo Gráfico (6 de octubre de 1915), me arriesgué asociando al agarrotado Antonio Ramírez Muñoz con el que se nos muestra en el centro. El rostro compungido, la postura de sus manos que parecen denotar resignación, y sobre todo, ese aspecto pueril barbilampiño, parecían delatar esa diferencia de dos años de edad entre un hermano y otro.
     Quiero recordar que fue durante el pasado mes de Julio cuando se incorporaba a la hemeroteca digital de la BNE, una nueva remesa de prensa histórica digitalizada, que contenía  la revista gráfica La Unión Ilustrada de Málaga, en la que la fotografía en cuestión (cabecera) se nos muestra numerada e identificada. Definitivamente Antonio Nereo es el de la derecha, mientras que el del centro muy posiblemente se trate del director de la cárcel de Jaén o el maestro, de cuya confianza se habían hecho acreedores los reos por su ejemplar conducta durante su estancia en la misma.
       Otro aclaración que quiero introducir, antes de entrar en los artículos de opinión de Marcelino Domingo, es en lo concerniente a  la intervención de Niceto Alcalá Zamora en la defensa de los reos de Porcuna. Ésta, aparentemente se limita en un principio en sacar a la luz a través de la prensa en un momento extremo (justo después de la segunda sentencia que confirmaba las dos penas de muerte) las irregularidades y anomalías del caso, sin desmerecer, por supuesto, su tenaz implicación en la posterior campaña orquestada en favor de su indulto.


      Ciertos tejemanejes extraños, que afloran en el sumario en torno al nombramiento del abogado defensor encargado de asistir a los reos en el Consejo de Guerra Ordinario celebrado en la plaza de Jaén (1914), parecen responder a una especie de tibia e ineficaz trama orquestada por las fuerzas liberales del distrito de Martos para eludir la terrible jurisdicción militar. La verosimilitud de la suposición de lazos de parentesco entre los reos y Don Niceto Alcalá Zamora, que recogía la tradición oral, demostrada ahora con documentos  por el cronista de Porcuna en su blog personal, nos induce a pensar en una intervención en la sombra del célebre letrado desde un primer momento. 
      Donde se aprecia perfectamente su mano es en el nombramiento del abogado defensor, una vez el caso es elevado al Consejo Supremo de Guerra. De hecho la designación recayó en un militar, como era preceptivo: el capitán de infantería Emilio Díaz Moreu Irisarry, con destino en las Comisiones Liquidadoras con sede en Madrid. 

E. Díaz Moreu Irisarry
     Este joven capitán, perteneciente a una familia motrileña de rancia tradición liberal (hijo del marino y senador vitalicio Emilio Díaz Moreu Quintana), compaginó la carrera militar con su participación la vida política en las filas del partido liberal. Entre 1910 y 1914 fue diputado a Cortes por la provincia de Alicante. De manera que, de la misma familia política que Don Niceto, supuestamente cercano y amigo, por lo que hemos de presuponer a éste al tanto de cuanto de interés pro-reos apareciera recogido en aquel sumario. De ahí la detallada y profusa información recogida en su famosa carta, con la que definitivamente trascendía el asunto a la opinión pública, y se iniciaba aquella campaña por el indulto a la desesperada. La baza judicial ya estaba agotada y asumida, sólo quedaba la piedad y la clemencia.


     Estoy casi seguro de que Alcalá Zamora tuvo que ser conocedor de todos los pormenores del caso, que eran vox populi en Porcuna, prácticamente desde el principio. Cabría preguntarse: ¿A qué obedecería tanta prudencia? ¿Por qué no se destapó el asunto antes? ¿Faltó valor? ¿Le falló la estrategia? Son cuestiones a las que hoy sólo podemos encontrar explicación desde la conjetura.
    A la demanda de auxilio formulada por Don Niceto correspondió un por entonces joven diputado republicano catalán llamado Marcelino Domingo, que en La Publicidad de Barcelona, órgano oficial de prensa de la familia del republicanismo catalán a la que representaba, publicó un primer artículo en el que, abusando de la redundancia y del interrogante, reconduce al lector hacia posicionamientos próximos a su batalla política contra el caciquismo rural, al que había sido capaz de sobreponerse en la reciente consulta electoral del año 1914, en la que conseguía el acta de diputado por el distrito de Tortosa (Tarragona).


      Como se trata de una figura de significada talla política e intelectual, que con el tiempo llegó a formar parte del gobierno provisional de la II Republica, presidido precisamente por Alcalá Zamora, y a ocupar carteras ministeriales durante el periodo, he considerado conveniente trascribir dos artículos salidos de su pluma referentes al caso. Tienen sus imprecisiones y la necesaria dosis de manipulación partidista, como es de recibo, pero desde mi punto de vista creo que nos pueden servir, si no para encontrar respuestas categóricas, si para esclarecer, al menos, algunas de las interrogantes que antes formulábamos.
      El primero fue publicado en La Publicidad el 13 de junio de 1915, cuatro días después de la clarificadora carta que Alcalá Zamora con el título de “Los reos de Jaén” publicara en el Imparcial. Lleva por título:


     En Porcuna se cometió, hace más de un año un crimen. Fueron muertos dos guardias civiles. Los señalados como autores, dos hermanos, han sido ahora condenados a pena de muerte. Para conseguir que la imposición de esta pena no se realice, se han alzado ya por toda España centenares de voces pidiendo piedad... Sea hoy la nuestra la voz que llegue al Gobierno... El crimen de Porcuna descubre la constitución de España. Señala como España está organizada. Revela el valor que en España tienen las instituciones que por su independencia, por su misión, por su responsabilidad, más atadas habrían de estar a su deber.
      Relatemos el hecho. En Porcuna, los hermanos apodados los Nereos, prestaban el servicio de guardas jurados; se les había confiado la guardería particular de tierras y  frutos. Sin descuidar su trabajo, cazaban en toda época: en época permitida y en época vedada por la ley. Algunos cortijeros les habían denunciado por ello a la guardia civil. La guardia civil los perseguía un día y otro día sin lograr sorprenderlos. ¿Qué hacer? Una pareja de la guardia civil combinada con los cortijeros decide cambiar su uniforme por unas ropas de pegujalero, los tricornios por unos sombreros de paja. Así sale a perseguir a los hermanos Nereos. Y así los sorprende. Y los detiene. Y les insulta. Y les pega. Y les subleva el alma. Les subleva el alma hasta el punto de que los guardas jurados se desprenden de los guardias civiles disfrazados— de los guardias sin uniforme— y en medio del monte les dan muerte. Este es el relato documental del sumario. ¿No se ve en el detalle de este hecho la trama de algún otro hecho oculto que no resalta, que no sale a la superficie?, ¿No se descubre en la delación de estos cortijeros, en la persecución insistente, tenaz, ciega, de la guardia civil algún motivo, que no es este motivo fútil de la caza en tiempo de veda? Bergson declara que en la comisión de todo crimen hay un motivo quizá el fundamental, que los Tribunales ignoran y que los autores del hecho reservan absolutamente. ¿Existe aquí?
      Sí. Nosotros conocemos la vida de estos pueblos españoles, como Porcuna. Nosotros sabemos qué misión desempeñan en ellos las autoridades; cómo interpretan la ley el secretario del juez y el secretario del Ayuntamiento. Nosotros sabemos el papel que realiza la guardia civil, dirigida desde la capital de la provincia por el gobernador. Nosotros conocemos estos odios vivos entre un bando y otro bando político; la obra caciquil, de bajo caciquismo, que sale del Ayuntamiento y del Juzgado; la colaboración que en muchos casos, por órdenes de arriba, del Gobierno de la provincia, presta a ese caciquismo la guardia civil. ¿No será el caso de Porcuna, como lo fue el de Benagalbón, un ejemplo de esta dolorosa organización española? Seguramente los hermanos Nereos ejercían la guardería con independencia del Municipio. Ello haría que el Municipio, los caciques del Municipio, no teniéndolos como dependientes los considerara como enemigos. Y como enemigos, procurara dañarlos, desposeerlos, castigarlos. ¿De qué modo? Si los hermanos Nereos tenían la debilidad de la caza, aprovechando esta debilidad para echarles la guardia civil encima, para procesarlos, para arrojarlos del cargo. Seguramente para que la guardia civil no cejara hasta prenderlos, los caciques de Porcuna hubieron de acudir al capitán, al teniente coronel, al gobernador; tal vez al ministro de la Gobernación.- ¿Quién no sabe que en España el ministerio de la Gobernación y los gobernadores invierten todo el tiempo y todas las energías en estas atenciones, en estos menesteres, en estos servidos, de pequeño caciquismo, de baja política, de podrida política ?— Seguramente consiguieron los caciques que la guardia civil se pusiera a sus órdenes y seguramente, indiscutiblemente, fueron ellos los que les prestaron vestidos para disfrazarse, caballerías para que corrieran a su encuentro, todos los medios para que los prendieran, para que los entraran atados a la población.. ¿Quién no conoce estas tragedias bárbaras de los pueblos españoles? Trama caciquil, odio de caciques, … instigación de fuera había de ser esta persecución, ¿porque si no cómo se comprende que sólo por prender a unos cazadores la guardia civil cambiase de traje; cómo se comprende que concentrase su actividad, y su fuerza y los recursos supremos de los grandes casos para el descubrimiento de un delito levísimo que la ley sólo castiga con unas pesetas de multa?, Trama caciquista es; obra de caciques españoles; de estos caciques que en su cuadro Caciques y Mendigos nos ha descubierto Valentín de Zubíaurre con una visión genial de la realidad...
      Es el crimen de Porcuna un crimen español: un crimen que sólo puede suceder en España. En España, donde las autoridades no cuidan, no saben de su autoridad; donde los jueces no hacen justicia; donde la ley se ajusta a las pasiones, a los bolsillos y al lugar que cada uno ocupa. Es el crimen de Porcuna un crimen castizamente español, vergonzosamente español. Un crimen de la Europa del siglo XV; de la España del siglo XX.
     Es el crimen de Porcuna un crimen cometido contra las autoridades españolas, que no hubiera sucedido si las autoridades españolas supieran dar valor a su autoridad; si las autoridades españolas supieran ser autoridades. ¡Piedad para los pobres que se han visto obligados a cometerlo¡ ¡Piedad para España que se ve arrastrada y perdida por los hombres y por las instituciones que provocan estos crímenes! 
                                                                       


      Un segundo artículo, quizá más beligerante e incisivo que el anterior, vio la luz en la Publicidad (3 de octubre de 1915) y otras cabeceras afines, una vez consumada la ejecución del más joven de los Nereos. Su titulo es ya de por si lo suficientemente esclarecedor, además de que contrasta con un sospechoso silencio de aquellos que habían llevado el peso de la campaña pro indultos:


      En Jaén, a las ocho de la mañana de un día de otoño, al alzarse el sol para alumbrar la tierra ha sido agarrotado un hombre. Era un hombre que al dejar de ser niño para comenzar a ser hombre, ha encontrado muerte vil con el garrote de la justicia. ¿No pensáis en la tragedia de una vida segada, rota así? ¿No pensáis en los años que quedaban delante de este hombre para reformarse, para enmendarse, para santificarse? La ejemplar justicia española ha querido mantener el ejemplo agarrotando el cuello de ese pobre hombre, de ese niño pobre. La ejemplar justicia española, red de millones de mallas, por donde escapan cada día los bien hallados, se ha cerrado para este mozo de Jaén, que ya no existe, que ya no vive, que ya no espera en nadie. ¿Vamos a doblegar la cabeza y a callar?
      Reconstruyamos el hecho para demostrar que la justicia no tenía derecho sobre esa vida rota. Era en un pueblo de la provincia de Jaén: Porcuna. El agarrotado y su hermano eran guardas rurales. Cuidaban las fincas librándolas de pastores que  metieran en ellas el ganado para ramonearla; asegurándolas de los merodeadores que se adueñan de las haciendas acasaradas. Eran guardas sostenidos por una comunidad de propietarios que se encargaba de su sueldo. ¿Esta confianza no revela ya en los que desempeñaban este cargo la virtud, la integridad de una vida?
     Alguien de Porcuna denunció una falta de estos guardas. Cazaban. La escopeta que llevaban para defender las haciendas confiadas a su custodia, les servía machas veces para disparar contra una liebre, contra una perdiz; para meter una nube de perdigones entre un vuelo de pájaros. ¿Era grave el delito? ¿Constituía esta caza un crimen que habría de perseguirles tenazmente, que habría de castigarles brutalmente? Vosotros diréis. Lo que decimos nosotros es esto:
      Que para sorprender a estos guardas cazando, una pareja de la guardia civil se despojó de su uniforme, vistiendo traje del campo; que para detenerlos alquiló unos caballejos que pudieran correr por los herrenes y saltar per los breñales y márgenes. ¿Valía el hecho de que unos guardas cazaran, esta decisión de la guardia civil? ¿Era tan grande el daño, tan punible el delito que para sorprenderlo, para castigarlo, la guardia civil se viera obligada sin remedio, a estas resoluciones extremas?  ¿O es que con todos los cazadores de todas las partes sigue la guardia civil el mismo procedimiento?
    Sigamos reconstruyendo el hecho. Los guardas vieron llegar hacia ellos, corriendo, a dos hombres. Se detuvieron. Los hombres se apearon de sus caballejos obligando a los guardas que rindieran las armas. ¿Qué sucedió? Los guardias civiles disfrazados fueron muertos. En el cuerpo de los dos hermanos, de los dos guardas, había señales de golpes. Ellos narraron el hecho así: Que fueron sorprendidos; que, a viva fuerza les arrebataron las escopetas; que les golpearon con ellas... Y que, defendiéndose, produjeron las dos muertes... ¿Vamos nosotros a justificar este crimen?  No. ¿Vamos nosotros a atenuarlo? Si. Y vamos a atenuarlo porque nosotros vemos en estos guardas perseguidos, en estos guardias que se disfrazaran, una página de la historia del caciquismo español. Vemos a estos guardas odiados  por alguien que tiene poder. Vemos a estos guardias movidos por alguien que goza de privilegios. Vemos que no es el deseo de cumplir con su deber el que incita a los guardias a disfrazarse. Vemos que no es la caza el pecado que pesaba sobre los pobres hermanos.  ¿Qué mano debió disponer en Porcuna, todo eso? ¿Qué fin político se servía con todo ello?  ¿Que. odios de bando, que venganzas de partido, debieron determinar este hecho tan español?
      No sabemos qué virtudes atesoraban en el corazón los guardias muertos. Las que atesoraba el guarda agarrotado y las que atesora el guarda que aun vive, si las conocemos. Desde un principio se dijo en Porcuna que el crimen lo había cometido uno solo de los hermanos: que a los guardias les había dado muerte uno solo de los hermanos. Estos, por encima de tales suposiciones, confesaron siempre su participación por igual: los dos se declararon siempre responsables. Se declararon responsables frente al Tribunal Militar; continuaron declarándose responsables cuando se les leyó la sentencia de pena de Muerte.
      Sin embargo, uno de los dos era inocente. Al acercarse el momento de cumplir la pena, ha sido confesado así. ¿Por quién? ¿Por el inocente?  ¿Por el que sin culpa iba a morir? ¿Por el que arrastraba le responsabilidad de un daño que no había cometido? ¿Por el que no perpetró el delito? No. Por el culpable. Ha sido el culpable el que pocas horas antes de morir ha declarada por entero la verdad. El no culpable callaba e iba resignado a que le agarrotaran el cuello. El culpable no ha querido: ha querido morir él solo. Solo. ¿Qué valor moral no hay en acto del hermano que se declara culpable sin serio? Aquí en este país nuestro, donde por conservar un destino o conseguir un puesto, fingimos lo que sentimos; torcemos nuestra conciencia, vendemos todos nuestros derecho civiles; aquí, en este país del egoísmo, del apego a la vida, ¿Qué valor moral no había en el alma de este hombre que la justicia ha agarrotado; del hombre que no ha consentido el sacrificio de su hermano, que ha querido marchar sólo al patíbulo, que ha clavado sobre su nombre toda la infamia del crimen?
      Por haber hecho esa declaración antes de entrar en capilla, no han sido agarrotados los dos hermanos. El inocente y el culpable. Si la declaración no hubiese sido hecha, la ejemplar justicia española hubiese puesto el garrote en el cuello del inocente. Pero la declaración se hizo, y de las dos vidas que iban a segarse sin piedad, se salvó una. La otra, la del mozo de veinte años que dijo la verdad, fue tronchada bárbaramente.
      ¿Por qué lo mataron? ¿Quién lo mató? ¿Lo mataron por satisfacer la vindicta pública? No. En Jaén, millares y millares de personas pedían el indulto. Lloraban implorándolo las mujeres. No sólo en Jaén. De toda España han salido las voces.
      ¿Lo mataron porque la vida del agarrotado constituía un peligro? No. Era un mozo de veinte años. Era bueno. Su crimen no fue un crimen: fue una defensa propia, rebelándose contra los golpes que le herían su cuerpo dos hombres extraños. Era un mozo de veinte años: aunque hubiera sido malo el tiempo podría haberse cuidado de enmendarlo, de sanear su espíritu. ¿Por qué lo mataron? ¿Quién lo mató? El presidente del consejo de ministros decía que si él no ocupara tan elevado cargo se uniría a los que solicitaban el indulto. Luego en su alma estaba el deseo de indultar. ¿Por qué no aconsejaba el indulto? El rey, a cuya presencia acudieron reiteradas veces los peticionarios, expuso vehementemente el afán de indultar, el gozo con que vería salvada la vida de aquel mozo, ahora ya muerto, ya hundido en la fosa…¿Por qué no indultó?
      Los reos de Porcuna fueron juzgados por un tribunal militar. El fuero de guerra ha dictado la pena que ha cumplido ya uno de los hermanos. No fueron jueces civiles. Fueron jueces militares los que escribieron la sentencia. ¿Veis ya claro? El presidente del Consejo quería salvar al otro hermano; tenía autoridad para hacerlo. No ha podido. El rey anhelaba arrancar del patíbulo al único culpable; tenía facultad, amplia facultad para hacerlo. No ha podido tampoco. Gobierno y rey se han visto atados de manos, obligados por una fuerza superior a ellos, por un poder más alto que ellos. ¿Qué fuerza es esa? ¿Qué organismo, que institución, que oligarquía hay en España que tenga más poder que el Gobierno; que pueda situarse por encima del rey?


12 enero 2013

El Museo del Pueblo de Misiones Pedagógicas en Castro del Río (1935).



     El Museo del Pueblo de las Misiones Pedagógicas —que explicaban, entre otros, Antonio Sánchez Barbudo, Ramón Gaya y Luis Cernuda—, se componía de dos colecciones itinerantes de pintura, cada una con catorce copias de cuadros de los pintores más famosos de la escuela española, realizadas en su mayoría por Juan Bonafé, Ramón Gaya y Eduardo Vicente.
     Los cuadros se transportaban en fuertes cajas de madera, o en una camioneta especialmente acondicionada, y se exponían en los pueblos a los que se podía llegar. La colección iba acompañada por dos o tres misioneros a quienes el Patronato confiaba este encargo, que explicaban los cuadros a los campesinos. La función se acompañaba de un gramófono y aparatos de proyecciones fijas y cine. El Museo permanecía generalmente una semana en cada localidad, y a los visitantes se les obsequiaba con reproducciones de los cuadros, en fototipia o huecograbado; también se dejaban algunas fotografías de los cuadros expuestos, enmarcadas para las escuelas y centros obreros.

     La descripción pertenece al catálogo de la exposición “Las Misiones Pedagógicas (1931-1936)” celebrada en 2006-2007  en conmemoración  del 75 aniversario de la creación del Patronato de Misiones Pedagógicas. Incluye una cronología y una somera explicación de las diferentes experiencias desarrolladas.




     “Misiones Pedagógicas” un documental dirigido por Gonzalo de Tapia (2006), casi una hora de testimonios de protagonistas directos,  recuerdos de los que fueron niños en los años 30 y una espectacular selección de documentos gráficos y sonoros, nos permiten hoy conocer mejor su verdadero alcance, y cómo se estructuraron y evolucionaron sus diferentes secciones a lo largo del periodo republicano.

Museo del Pueblo (minuto 33,43 hasta el 37, 08)

     El Museo del Pueblo o Museo Circulante, como también se le conoció, por problemas de transporte y por precisar de locales capaces de exponer aquellas copias confeccionadas a tamaño original, con la iluminación y decoro necesario, tendrá sólo como destinatarias las poblaciones cabecera de partido judicial, aunque para superar la limitación se anunciaba su llegada mediante carteles e incluso con pregones juglarescos por el resto de villas y aldeas de la jurisdicción, al fin de que conquistar al mayor número de visitantes.



     A la provincia de Córdoba llegan a primeros de mayo de 1935. Su primer destino Rute, y sucesivamente en el orden expresado: Cabra, Aguilar de la Frontera, La Rambla, Castro del Río, Lucena, Baena, Montilla, Posadas y Fuente Ovejuna, con la que se pone fin a la gira cordobesa mediado ya el mes de julio.
    La celebrada en Castro del Río tuvo lugar entre los días 2 y 7 de junio. Fue instalada en la Escuela Superior de Niños nº 1, situada en el antiguo colegio de San Pedro y San Pablo (Escuelas Reales).
     Venia al frente de la gira cordobesa el joven pintor Ramón Gaya, alma del servicio y autor de un buen número de las copias expuestas. Le acompañaba, en esta ocasión, el literato y ensayista Enrique Azcoaga, que con tan sólo 23 años se había hecho acreedor al Premio Nacional de Literatura. 


     Gaya y Azcoaga fueron los encargados de dar las oportunas explicaciones a los castreños y espejeños atraídos por tan novedosa e instructiva muestra pictórica, y por la noche, con una tribuna y pantalla improvisadas en los patios del colegio, se desarrollaron una serie de charlas de divulgación artística, ilustradas con proyecciones luminosas de infinidad de obras pertenecientes a los mejores pintores españoles y extranjeros.



    La escasa información de la que disponemos sobre esta misión en Castro del Río, procede de  la correspondencia cruzada entre el Patronato y la Alcaldía de Castro del Río, a efectos de la obtención del espacio adecuado donde instalarse, así como una somera reseña anunciando su llegada, autores de las copias  expuestas y el programa de actividades, remitida al Defensor de Córdoba por el corresponsal en la localidad.

El Defensor (5 de junio de 1935)

     El Museo del Pueblo constaba de dos colecciones itinerantes. Ateniéndonos a los autores reseñados, todo indica que fue el segundo museo, cuyas obras se relacionan a continuación, el que pudieron visionar y conocer los habitantes de las poblaciones cordobesas objeto de aquella gira:


     Una selección de las copias de cuadros que componían estas colecciones itinerantes, con referencia al autor real de las obras y al nombre del copista, puede visionarse en la página de la Residencia de Estudiantes (pinchar aquí).

     Aquel periplo por tierras cordobesas pasará un tanto desapercibido para los respectivos corresponsales de la prensa provincial, que apenas si proporcionan información de la misma. No nos llegan noticias sobre su éxito o grado de aceptación entre las clases populares (sus principales destinatarios), en un momento en que los designios de la República estaban en manos de la coalición gubernamental de centro derecha (PRR-CEDA), que justo para ese año de 1935 ya había recortado drásticamente el presupuesto del Patronato de Misiones.
     Con la mayoría de los centros políticos de la izquierda y los sindicatos de clase clausurados o  maniatados, no creo que en Castro, ni en resto de poblaciones cordobesas en las que recaló el Museo del Pueblo, fuese recibido con el mismo entusiasmo regenerador que lo hubiera hecho durante el primer bienio republicano. 

     Más información en el trabajo de Nigel Dennis: Ramón Gaya y el Museo del Pueblo.



06 enero 2013

Torcuato Félix Sicilia López: "El primer maestro del Centro Obrero de Porcuna".




     Cuando elaboramos aquella entrada sobre “Los orígenes del movimiento obrero en Porcuna”, basada principalmente en noticias tomadas de El Socialista, le dedicamos un extenso apartado a la gestación en el seno de la sociedad de obreros campesinos “Paz y Libertad” y Agrupación Socialista, nacidas en los años 1903 y 1904 respectivamente, de una Escuela con el fin de mejorar la instrucción de los hijos de sus socios.
      La iniciativa terminaría materializándose en 1904.
      Me quedé entonces con las ganas de conocer el nombre y la cualificación de la persona colocada al frente de tal responsabilidad.
      Ha sido ahora, a raíz de la reciente inclusión en la página del Archivo de la Universidad de Granada de los expedientes de aprobación de colegios privados de primera y segunda enseñanza de Andalucía Oriental, dependientes de su rectorado, cuando he podido desvelar el misterio.
     Recuerden las continuas referencias, durante esos primeros años del siglo XX, a las asiduas visitas de propagandistas procedentes de los centros obreros de Linares y Jaén, pioneros del socialismo provincial, que favorecieron  la gestación y consolidación de aquel primer obrerismo local organizado.
     Entre ellos se mencionaba a Agustín de Sicilia López, profesor normal de primera enseñanza, que había llegado al socialismo procedente de las filas del partido liberal.
     Una noticia sobre una velada teatral celebrada en los locales del Centro Obrero de Porcuna (Coronel Aguilera nº 2) recogida por El Socialista (1906), menciona al "Maestro Sicilia" como presente en aquel acto:

El Socialista 12 de enero de 1906

     Por aparente evidencia traicionera asocié al “correligionario Sicilia” con Agustín de Sicilia López, cuando a quien realmente se refiere es a un hermano, también maestro normalista, llamado Torcuato Félix Sicilia López, que por esas fechas, según consta en el expediente de autorización fechado en ese mismo año de 1906, estaba ya al frente del colegio auspiciado por el Centro Obrero de Porcuna.

Reverso fotografía de la cabecera

     De momento, de dicho expediente sólo podemos acceder al plano del Colegio, instalado en un local prestado o de alquiler ubicado en la calle Coronel Aguilera nº 2:



     El interés de dicho expediente, radica principalmente en que incluye el reglamento del nuevo establecimiento educativo y así como el de la sociedad que lo patrocina. Estos reglamentos, que lo más probable es que fueran idénticos a los del resto de las sociedades que surgen en la provincia durante estos años (Linares, Jaén, Mancha Real, La Guardia), podrían reportarnos  informaciones interesantes sobre la metodología educativa empleada y algún que otro particularismo (estamos en ello). De entrada, la coeducación, como veremos más adelante, creo que no se contemplaba todavía.
     Coincidiendo con la apertura de la escuela obrera, como reacción, abre sus puertas en Porcuna un nuevo establecimiento de enseñanza regentado por religiosas de la Compañía de María, que no llegaría a echar raíces en la plaza, trasladándose pronto tal congregación a la vecina Torredonjimeno. No sabemos hasta qué punto el asunto de aquella escalada nocturna, protagonizada por jóvenes pertenecientes a lo más granado de la sociedad local, pudo haber influido en su marcha.

Hermanas del Colegio de la Compañía de María de Porcuna (1904-1908)
     La fotografía insertada pertenece al álbum familiar de mi desaparecido vecino Rafael Ruiz de Adana, rescatada a tiempo por Antonio Recuerda Burgos, y puesta gentilmente por éste a disposición de la generalidad en el exitoso grupo de facebook de “Porcunenses por el Mundo”.

     Centrémonos de momento en la figura del maestro del Centro Obrero. Se da la curiosa circunstancia de que me he topado en la red con descendientes interesados en conocer detalles relacionados con su vida, que nos brindan alguna que otra información y nos despejan sus lazos con Porcuna. Nuevas incursiones en la prensa histórica, casi que nos permiten reconstruir pasajes de su trayectoria vital, que interesen de camino a esas personas embarcadas en la reconstrucción  de su genealogía (agradecimientos al final).

TORCUATO FELIX SICILIA LÓPEZ  (Jaén 1867- Villardompardo 1928)

      Nacido en el seno de una familia de origen granadino establecida en Jaén, de la que vinieron al mundo otros dos varones (Agustín y Adolfo) y una hembra (Francisca).
     Se le conoce una corta y puntual etapa de pertenencia a la masonería. Consta su iniciación en la logia jiennense “La Verdad num. 28”  en el año 1891, gr. 1º y Colón 11 como nombre  simbólico. Disuelta esta, la mayoría de sus miembros pasan a formar parte de la logia "Lealtad nº123", separada de la obediencia del Gran Oriente Español, en la que desempeñaría el  cargo de Maestro de Ceremonias (1892).




     Por estas fechas ya había contraído matrimonio con Elina Pérez López y nacido la primera de sus hijas (Gloria). Suponemos que su profesión debía de desempeñarla en establecimientos privados, bastante más provechosos que los públicos, normalmente sumidos en estado de abandono y mal remunerados.

Fotografía de familia (1909)
      La fecha (1897) y lugar de nacimiento (Espeluy) de la segunda de sus hijas (Gertrudis) evidencian un nuevo destino docente.
      A principios del siglo XX, lo encontramos ya relacionado con el socialismo provincial al frente de la Escuela del Centro Obrero de Jaén patrocinada por la Federación de Sociedades Obreras de Resistencia (1902-1904).
     Visitará Porcuna con motivo de una excursión de propaganda organizada por el centro obrero de la capital. Los días 21 y 22 de abril del año 1904 la sede social del Centro Obrero de Porcuna acoge dos actos públicos, uno de carácter político y otro instructivo.

     “En el segundo tomaron parte cuatro niños de la Escuela del Centro Obrero de Jaén, uno de cinco años, Joaquín Armenteros y Manuel Martos. El profesor, que los acompañaba en la excursión, dio a los compañeros de Porcuna muy buenos consejos, explicándoles a la vez puntos para ellos dudosos”. 



      Desconocemos exactamente los motivos que le inducen a establecerse en Porcuna. Posiblemente la mala marcha de la escuela de la capital o el ofrecimiento de la vivienda situada en la parte superior del local obrero tuvieran algo que ver con tal decisión. Sin desmerecer la empatía que pudiera haber establecido con aquellos primeros líderes socialistas de la localidad (Francisco Herrador, Manuel González,  Manuel Delgado o Carlos Ruíz) tan necesitados de un maestro y entusiasmados con su proyecto docente. Lo cierto es que en 1906, cuando se regulariza legalmente la escuela, ya llevaba tiempo al frente de la misma. 

El Socialista (12 de diciembre de 1906)
     A las 5 de la mañana del 21 de febrero de 1906 en la calle Coronel Aguilera (suponemos que en la misma casa del centro) venía al mundo Josefa Sicilia Pérez, según consta en la inscripción registral de su nacimiento. En los testimonios orales, aportados por un hijo de la neonata, residente en EEUU, se menciona la estrecha amistad de Torcuato con Pablo Iglesias, hasta el punto de que refiere que llegó a apadrinar a esta niña.
     Esa amistad pudiera remontarse a la excursión de Pablo Iglesias por Andalucía en  fechas previas a la celebración del primero de mayo de 1904, cuando aun desempeñaba el cargo de maestro en el centro obrero de la capital. Nos queda constancia documental de su visita a los compañeros de Linares y Jaén, para desde esta última partir con destino a Córdoba.

     Las crisis agrícolas de los años 1905 y 1906 pasaron factura a aquel emergente obrerismo socialista de Porcuna. 


El Socialista (16 de febrero de 1906)


      En los años siguientes, ciñéndonos a El Socialista como fuente, se entra en un periodo de recesión y letargo. Apenas si nos llegan noticias puntuales sobre actividad política y social. Los pedidos de librería, tan frecuentes en sus primeros años de vida, menguan considerablemente. Si se mantienen, indistintamente a nombre de la A.S o S.O, al corriente de las suscripciones al semanario y así como de las cuotas de afiliación con destino al Comité Nacional del P.S.O.E.       

     Por los motivos apuntados, a falta de otras fuentes, desconocemos cual sería el devenir de la escuela durante este nuevo periodo.



     La siguiente noticia sobre la escuela procede de un diario de tirada nacional, publicada en una fecha posterior al desencadenamiento del conflicto bélico que ha pasado a la historia como “Guerra de Melilla” (1909). El movimiento obrero español adoptó una valiente aptitud contraría a la guerra de África, que chocaba abiertamente con la ola de patriotismo exacerbado que se desencadena por todo el país, especialmente tras el desastroso descalabro del Barranco del Lobo.
      El Heraldo de Madrid de 12 de septiembre de1909, cuando el obrerismo seguía un tanto maniatado tras la represión desencadenada por los sucesos de la Semana Trágica, recoge una cuestación realizada por Don Torcuato entre sus alumnos para socorrer, en la medida de sus posibilidades, a las víctimas de la guerra de África. Torcuato aporta 1,25 pesetas, y cada uno de los niños de su escuela diferentes cantidades, hasta un total de 21 pesetas reunidas. 
La Unión Ilustrada (17 de octubre de 1909)
     Interpreto esta iniciativa como una manera de salvaguardar su escuela de la opinión mayoritaria. En las zonas rurales, donde el caciquismo sentaba las pautas a seguir y el obrerismo era estrechamente marcado por sus detractores, no tenía que ser nada fácil mantener la actitud oficial del partido, claramente contraria a la guerra, que además destapaba los intereses ocultos del capitalismo o flagrantes iniquidades sociales, especialmente en lo referente a las levas (redención en metálico).
      Sea como fuere, cómo aparecen relacionados, con nombre y primer apellido, todos y cada uno de sus discípulos, incluido su propio hijo Félix, me voy a tomar la molestia de trascribir y ordenar alfabéticamente todos los nombres, con la remota esperanza de que entre quienes pudieran reconocer a sus ancestros (personas nacidas a finales del XIX - principios del XX), pudiera salir a la luz una de aquellas típicas fotografías de grupo escolar, similar y de la misma fecha que a la que mostramos a continuación:

Colegio de 1ª Enseñanza Jesús Nazareno de Porcuna
    Se trata de la regentada por Don Eugenio Molina, maestro claramente católico y confesional, suponemos que apostado entre los principales detractores de la escuela del centro, más que presumíblemente neutra y aconfesional. El vestuario de los alumnos delata a las claras su extracción social elitista. 
     En la que andamos buscando debe prevalecer el típico pelado al raso antiparasitario y unas ropas bastante más humildes.
     Soy plenamente consciente de la dificultad de la empresa, aunque pudiera darse el caso. 

Pupilos de Don Torcuato Sicilia

Aguilera (Rafael, Manuel y Juan), Alguacil (Guillermo), Almagro (Manuel); Bejarano (Manuel), Borrego (Francisco, Manuel y Juan); Calero (Higinio), Casado (Pablo, Benito, Emiliano y Salvador), Ceballos (Manuel), Coba (Andrés de la); Delgado (José, Cesar y Andrés), Díaz (Félix y Benito); Fernández (Ricardo), Frías (José y Fernando); Gallego (Pablo y Juan), Gallo (Manuel), Garrido (Francisco y Pedro), Gascón (Juan Manuel y Manuel), González (Francisco y Fernando), Gordillo (Antonio); Heredia (Rafael), Herrador (Rafael), Herrera (Antonio), Herrero (Joaquín y José), Huertas (Gregorio y Antonio); Jaén (Gonzalo y Daniel), Jalón (Miguel), Jiménez (Petronilo), Juárez (Tomás y Francisco); León (Victoriano), López (Luis y Manuel); Malagón (José), Marina (José y Rafael), Molina (Paulino y Manuel), Monte (Antonio), Morales (Julián y Juan de Mata), Moreno (Manuel, Antonio María, Luis, Aurelio y Pedro), Morente (Pedro y Luis), Muñoz (Juan); Orozco (Antonio); Peláez (Fernando y Manuel), Pérez (Antonio, Miguel, Manuel y José), Pino (Santiago y Antonio del), Ponferrada (Francisco), Puentes (Cayetano); Quero (José, Juan José y Manuel); Recuerda (Manuel), Ruiz (Benito y Eloy); Santiago (Benito y Pedro); Torres (Manuel y Francisco), Torres (Ramón y Manuel de); Valdivia (Isidro), Villa (Francisco) y Valenzuela (José María).

      Los que forman pareja o trió con el apellido, no tienen porqué ser forzosamente hermanos. El hecho de que aparezcan aquí relacionados quiere decir que simplemente asistieron a esta escuela, que afectos de mantenimiento y proselitismo estaría también abierta a los no socios.    
     De hecho, entre los relacionados aparecen algunos apellidos pertenecientes a las denominadas  clases pudientes, cuya elección resulta difícil de desentrañar. En la calidad de las enseñanzas impartidas pudiera estar la clave de algo que desde la perspectiva actual pudiera parecer anómalo, además de que con esta alternativa se evitaba el abuso de catecismo, no siempre bien digerido y deseado a tan tierna edad.
      El Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de laadministración para el año 1911, al margen de la instrucción pública (única opción para las niñas, una vez desaparecido el Colegio de la Compañía de María),  recoge la existencia de tres colegios privados para niños en Porcuna, los dos que venimos refiriendo y otro a nombre de Don Francisco Quero:




      Esta inclusión, casi que me ha empujado a vaciar todo lo relacionado con Porcuna publicado en El Socialista (Semanario). Podemos constatar que al menos durante el primer trimestre de 1910, Torcuato Félix sigue relacionado con el socialismo local, y aparece alguna que otra vez su nombre en la correspondencia administrativa con abreviatura. 


     Aunque no he sido capaz de dar con nuevas noticias relacionadas con su escuela, ese vuelco rápido nos permite acceder a otros aspectos poco conocidos de la historia del movimiento obrero en la localidad, que para no extenderme en demasía dejaremos para otro momento.
     Solo mencionar que a finales de 1910 se constituye una Juventud Socialista, que arranca con 60 socios, actuando como secretario en un primer momento Rafael Herrador (entre los alumnos de Sicilia en 1909). Con cierto ascendiente dentro de estas juventudes hallamos pronto a otro de sus discípulos. Se trata de Manuel de Quero Morente, aquel joven de corta y enigmática trayectoria como periodista, reseñada en una de las entradas dedicadas al caso de los “Hijos de Nereo”.
    Algún manejo caciquil tuvo que mezclarse con la suspensión judicial y clausura de la Sociedad Paz y Libertad, decretada a finales de 1911, tras el procesamiento dictado por el Juzgado de Martos contra los 9 integrantes de su junta directiva, alegando funcionamiento ilícito, actuaciones que, según el Socialista, alcanzan también a la Agrupación Socialista y sus Juventudes.

El Socialista (19 de enero de 1912)
     El cómo y el cuándo se sale de esta situación, y la manera en que ésta afectara a la escuela dirigida por Torcuato Félix Sicilia, son incógnitas que de momento no he sido capaz de despejar.
     Las siguientes noticias sobre nuestro protagonista se corresponden ya con la década de los años 20. Después de casar a sus hijas mayores con vecinos de Porcuna, se traslada a la vecina Villardompardo, al abrigo de una sobrina ahijada que se había establecido en ésta, donde seguiría impartiendo docencia en un colegio privado instalado en su propio domicilio (calle Molinos nº 26) hasta 1928 en que le sobreviene la muerte. 


     Poco antes de fallecer, dejaba de manifiesto en las páginas de La Voz su apuesta por el regeneracionismo educativo del que se hallaba tan falto el país entero, al participar con sus alumnos en la suscripción abierta para el homenaje nacional tributado a Don Luis Bello Trompeta, autor de unas expeditivas crónicas publicadas en El Sol, recopiladas a posteriori bajo el título de Viaje por las escuelas de España.

      Mi más sincero agradecimiento a Amparo Giménez Delgado, bisnieta de Torcuato Félix Sicilia, por permitirnos poner rostro a nuestro protagonista y aportarnos otros documentos relacionados con el mismo.
      La fotografía de la escuela de don Eugenio Molina, quiero recordar que fue colgada en “Porcunenses por el Mundo” por Alberto Ruíz de Adana Garrido.