Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

13 octubre 2013

“ARANDA PACHÁ”: UN MÚSICO JIENNENSE EN LA CORTE DEL SULTÁN DE TURQUÍA.



     Antes de entrar en el largo periodo de 23 años (1886- 1909) durante los cuales vivió en la antigua Constantinopla, prestando importantes y recompensados servicios al sultán del imperio turco otomano (Abdul Hamid II), haremos un pequeño recorrido previo por aquellas fuentes que nos permiten despejar otros aspectos relacionados con su biografía.   
     El organista, pianista, músico y compositor Fernando Aranda vino al mundo en al año 1846. Falta por desentrañar si efectivamente su nacimiento tuvo lugar en tierras del Santo Reino, como sostienen algunas fuentes periodísticas, o en Madrid, donde sus padres de origen jiennense pudieran haber fijado su residencia a mediados del siglo XIX. Todo indica que nació en el seno de una familia linajuda y acomodada de aquella naturaleza (Aranda o “de Aranda”).
     Su educación musical la recibe en Madrid dentro de la Escuela Nacional de Música y Declamación (Conservatorio), establecimiento dependiente del Ministerio de Instrucción Pública que tenía su sede el Teatro Real de Madrid desde que su propio Salón Teatro resultara afectado por un violento incendio en el año 1867.



    Las primeras noticias sobre sus artes musicales se remontan al año 1876 y con el órgano como instrumento principal, en cuyo manejo parece haber desarrollado cierta maestría. Por esta fecha ostentaba el cargo de organista en la capilla de San Luis de los Franceses, figura entre el cuadro de profesores del antiguo Real Conservatorio y escribe una colección de estudios y de fugas para órgano (La escuela del pedal), así como varias fugas para piano publicadas por la casa Andrés Vidal (hijo), con la que colabora como probador de instrumentos.


    Será comisionado por el Ministerio de Instrucción Pública para concurrir a la Exposición Universal celebrada en París el año 1878, al objeto de probar y adquirir un órgano de la acreditada casa Merklin- Schütze con destino al reconstruido y remodelado Salón-Teatro del Conservatorio, arrasado años atrás por un incendio. La prueba y audición celebrada en el pabellón en el que se hallaban expuestos los majestuosos ejemplares del famoso organero aparece recogida en la prensa de la siguiente manera:

     “Hubo un momento en el que el fragor fue inmenso. Las armonías del grandioso instrumento se dilataron libres en el aire como suspiros gigantes y por largo tiempo comprimidos. Los españoles que allí estábamos escuchábamos atónitos; la música que oíamos era nuestra, la habíamos oído en nuestra patria bajo las naves augustas de las catedrales de Toledo o de León; eran composiciones de Antonio Cabezón, el organista de Felipe II.
     Sin podernos contener subimos la escalerilla del órgano para ver quién era el que en medio de aquel templo de la industria moderna recordaba la obra de un español ilustre, y dimos en los brazos de un compatriota nuestro: el que dejaba oír allí música española era español también; era un artista gracias al cual conocerá París la música sacra de los grandes maestros de los siglos XVI y XVII, un profesor madrileño llamado Fernando Aranda”.


    Con posterioridad ingresa en el conservatorio de Bruselas como discípulo del afamado músico y compositor Aguste Dupont, donde perfecciona sus conocimientos de piano y armonía. Un primer premio de piano obtenido en la capital belga forma parte de su currículo y le ayudó considerablemente a la hora de darse a conocer.
    Regresa a Madrid donde sigue trabajando como profesor auxiliar de piano del conservatorio y se prodiga como concertista y compositor. Colaboró con su maestro el pianista Manuel Mendizabal en la elaboración de los planes por los que habían de regirse las enseñanzas de piano de la Escuela. Se relaciona con músicos de la talla de Arrieta, Bretón o Barbieri.

Mendizabal rodeado de alumnos y colaboradores (entre ellos Fernando Aranda)

    En 1880 se presenta nuevamente en París, ahora como pianista, con la firme intención de proyectarse y consagrarse en su arte. Ateniéndonos a las crónicas, el público, entre el que predominaba la colonia española, le dispensó una buena acogida, calificando su éxito como “altamente lisonjero”.

Le Menestrel (11 de abril de  1880)


    Debió sentirse magnetizado por el ambiente musical parisino y por las nuevas perspectivas personales y profesionales que se le abrían en la ciudad de la luz, de modo que, al año siguiente, renunció a su plaza de profesor y montó un “Atelier Artístico” presidido por un majestuoso órgano colocado en un lugar principal de su propia casa (nº 5 de Cité Malasherbes):

    “El joven pianista y organista D. Fernando Aranda ha instalado en su domicilio un pequeño salón de conciertos con un magnífico órgano de canutería y varios salones para la enseñanza de piano, órgano, acompañamiento y música de concierto. Es digno de hacerse notar que será la primera vez que puedan tomarse lecciones de órgano en una casa particular”.
(Crónica de la Música de 23 de marzo de 1881)


     La fórmula parece ser que funcionó con éxito y su casa se convirtió pronto en centro habitual de reunión de determinada sociedad. Lo artístico y musical se mezcla en numerosas ocasiones con lo festivo, tal como queda reflejado en la crónica del animado y selecto baile de disfraces celebrado para el carnaval del año 1885, que se prolongó hasta primeras horas del nuevo día:

La Presse (14 de marzo de 1885)
    En este estado de cosas llegamos al año 1886 en que una legación diplomática turca, por el encargo del propio sultán testigo de excepción de las habilidades del músico español durante la Exposición Universal de 1878, se persona en su casa reclamando sus servicios. Contratado en principio por un año para dar una serie de conciertos en el palacio imperial, la oferta de continuidad debió de ser lo suficientemente tentadora ya que la familia en pleno terminaría instalándose en un palacete de Estambul puesto a su disposición. Algunas fuentes le atribuyen el casamiento con una joven francesa. De ser así, debió de serlo en segundas nupcias ya que su primogénito varón, el arquitecto Fernando de Aranda González, había nacido en Madrid en el año 1878.

Abdul Hamid II (sultán entre 1876 y 1909)


    Una vez instalado en la corte se le encomienda la reorganización de las bandas militares del imperio y se le concede la dirección de la orquesta imperial. Sustituye en el cargo al italiano Callisto Gautelli, que había perdido repentinamente la confianza del sultán.
   Abdul Hamid II era un gran melómano y muy celoso de la educación musical de su numerosa prole, de la que Aranda también se haría cargo. Según testimonio de uno de los hijos del sultán (Ayşe Osmanoğlu), el músico español se ganó pronto la confianza de su padre siendo elevado a la dignidad de Pachá o Bajá  y nombrado General del ejército otomano, como premio y en agradecimiento  por el especial celo y acierto en las enseñanzas trasmitidas a su hermano Mehmed Bourhaneddine (favorito de sultán para la sucesión), a quien convirtió en un pianista de talla excepcional.
    Tendrán que pasar bastantes años para que lleguen hasta nuestro país noticias del rango y sobre la labor desarrollada en Turquia por este eminente músico de origen andaluz.
    Fue en el año 1905, al regreso de una comisión militar española desplazada hasta aquellas tierras para proveerse de caballos sementales, cuando se divulgan los  singulares agasajos de la que fue objeto por parte de un general de división del ejército turco, natural de Jaén, “Aranda Pachá” (Fernando Aranda):

   “Aranda Pachá disfruta de una renta de 60 o 70 mil francos anuales, siendo considerado como una de las principales figuras de aquel imperio”.

    (De un artículo reproducido en diferentes cabeceras titulado “Un andaluz general turco”)


    De un libro publicado algunos años después por uno de los militares que participaron en aquella expedición podemos extraer nuevos detalles sobre la vida de nuestro protagonista:

    “No puedo menos de anotar como curiosidad las dos personalidades españolas que forman parte íntima de la corte del sultán Abdul Hamid. La primera es el General turco Aranda Pachá, General de las músicas del Ejercito otomano y su reorganizador, persona muy culta y de trato afable y simpático. En su casa, en donde invitó a la comisión para almorzar con su distinguida familia, oímos de sus labios el relato de su historia.
    Casado en París con señorita francesa, dedicábase a su profesión de músico en conciertos y lecciones particulares, cuando se le ofreció la plaza de profesor de piano de los hijos del Sultán. Aceptada con la condición de no perder su nacionalidad española, donde dio lecciones de piano a los Príncipes y Princesitas, recibiendo además el encargo de reorganizar las bandas militares, y tan a satisfacción del sultán desempeñó y desempeña todavía su cometido, que le colma de honores y esplendidos regalos, ascendiéndolo hasta la categoría y sueldo de general que hoy disfruta (1905)”.



     El otro español residente en la corte era un artista de circo, también de origen andaluz, detrás del cual hay una historia suficientemente pintoresca y pinturera como pare dedicarle un capítulo aparte (véase nueva entrada).
     Un tercer español, no mencionado en esta fuente, que gozó también del favor y  simpatía del sultán fue el tenor navarro Manuel Huarte, nombrado comandante del ejército con el estipendio correspondiente.
     Según Wenceslao Ramírez de Villaurrutia, embajador de España en Turquía entre 1894 y 1896, el sultán se mostraba especialmente contento y satisfecho con aquellos españoles que estaban a su servicio, porque, según decía, vivían  alejados de la política y de las intrigas, que eran el pan cotidiano palatino.
    Por lo visto Abdul Hamid no era tan bárbaro y sombrío como se le pintaba desde el mundo occidental. Además de cultivar la poesía era un verdadero apasionado de la ópera,  llegando incluso a componer. A su especial empeño se debe la creación del Teatro de la Opera del Yildiz para cuyas representaciones era imprescindible el concurso de sus favoritos españoles.
   En 1907 Aranda Pacha obtiene permiso del sultán para reencontrarse con su patria. Viaja acompañado de su única hija, llamada Germaine, que al igual que el resto de sus hermanos recibió una refinada educación, propia de la élite social y cultural otomana. Su padre hizo de ella una virtuosa del violín. 

Germaine de Aranda
     Escala obligada en aquel periplo era su tierra de origen:

(Octubre de 1907)


    Joaquín López Barbadillo en la sección “España Famosa” del diario “El Imparcial” le dedicó un extenso y grandilocuente artículo titulado “Aranda Pachá”:

    “Este Pachá nació en la misma hidalga tierra donde nos dijo Baltasar de Alcazar que viviera  Don Lope de Sosa; pero salió de allí con sed de luchas y de riesgos, y por el mundo anduvo en lances de amor y de fortuna, y Fortuna y Amor lo llevaron hasta las playas de Estambul”.

(El Imparcial de 12 de octubre de 1907)
     El derrocamiento se su benefactor en abril de 1909 supone un nuevo giro brusco en la vida de la familia Aranda. El Maestro Aranda fija su residencia en la Ciudad Condal retomando las clases de piano y los conciertos de música de cámara como actividad profesional.
     Especialmente centrado ahora en la proyección de la carrera musical de su hija, la violinista Germaine de Aranda, a la que acompaña al piano. Templos de la música culta de Barcelona como el Liceo, el Palau de la Música, el Palacio de las Bellas Artes o el Orfeón Catalán acogieron sus exitosas actuaciones, que contaban con el especial atractivo para el público de que entre sus programas se incluían composiciones de los más célebres músicos otomanos.

Concierto de la familia Aranda en el Orfeón Catalán (1914)


   Terminaría convirtiendo su domicilio en una exitosa academia de música dirigida por su delicada y cultivada hija Germaine, que además del violín dominaba el canto y el piano. Su clientela la constituían mayormente señoritas pertenecientes a la aristocracia y a la alta sociedad catalana.




Germaine con su selecta clientela


     Fernando Aranda fallece en Barcelona en 1919. Poco antes del final de sus días donó al Orfeón Catalán, que tanto le había favorecido a la hora de integrarse en la sociedad musical barcelonesa, todo el material de orquesta y las obras sinfónicas que había acumulado durante el tiempo que fue intendente general de las músicas de Turquía.
     Sería cuestión de investigar sobre el paradero actual de estas partituras, si finalmente han conseguido sobrevivir a los avatares históricos. Pudiera incluso ser una rica fuente informativa para los estudiosos de la música del imperio otomano.  
      Dificultades idiomáticas nos han impedido acceder a documentos sonoros sobre la producción musical de Aranda Pachá.
     Irrespetuosas fuentes periodísticas le atribuyen la autoría del Himno Real Turco:

(Agosto de 1901)
     No hemos sido capaces de certificar su responsabilidad. Según la Wikipedia el himno del imperio otomano durante el sultanato de Abdul Hamid II (1876-1909) fue el Hamidiye cuya música fue escrita por un tal Yesarizade Ahmed Neci Paşa. Por si acaso nos despedimos con sones otomanos acompañados de una bonita selección de imágenes con historia: pinchar aqui.

FUENTES UTILIZADAS

Hemeroteca Digital de la BNE, Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, Portal Gallica (Bibliotheque Nacionale de France), ARCA (Archivo de revistas catalanas antiguas), Biblioteca Digital Hispánica, Otras Hemerotecas y Bibliotecas Digitales.

Diccionario Biográfico y Bibliográfico de Músicos Españoles y Escritores de Música españoles, portugueses e hispano-americanos antiguos y modernos: acopio de datos y documentos para servir a la historia del arte musical en nuestra nación por Felipe Pedrell. Barcelona 1897.

Revista de Estudios Musicales de Mendoza (Argentina). Números 5-6. Año 1951 (vistas parciales).

Azpeitia de Moros, L. / En busca del caballo árabe:comisión a Oriente. Madrid: 1915 (Est. Tip. Sucesores de Rivadeneyra).

Marques De Villa Urrutia / Palique Diplomático. Recuerdos de un Embajador. Madrid 1925 (vistas parciales de google book).

Ayşe Osmanoğlu / Avec mon père le sultan Abdulhamid:De son palais à la prison. 1ª edición, París 1991.

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