Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

12 diciembre 2011

“Blas Cabello Chocero: callista, anarquista, zapatero, republicano, carnavalero, taurino, taurófilo y poeta”.


     Habíamos dejado las entregas dedicadas a este célebre y polifacético profesional del callo cordobés con la buena fortuna que le acompañara durante los primeros años del siglo XX, al ser agraciado, en un par de ocasiones, con premios del sorteo de la Lotería Nacional (Blas Cabello “lotero”).
     No sabemos exactamente el uso que Don Blas le diera a esos premios, pero, como podremos comprobar a continuación, parece ser que le sirvieron fundamentalmente para formarse e instruirse, aunque sin dejar de lado la conciencia de clase propia de su origen humilde (era hijo de un limpiabotas).
     Las colecciones de prensa histórica nos proporcionan alguna que otra información sobre su militancia obrerista y republicana en los albores del siglo. 
    Durante el año 1905, cuando el movimiento obrero cordobés de inspiración anarquista permanecía aún organizado, nos aparece el nombre de Blas Cabello como tribuno y orador en actos públicos convocados por las sociedades obreras de la capital cordobesa, junto a históricos, caso de Luis Montoro Guijo y Antonio Puntas (ambos procedentes de los tiempos de la Primera Internacional), el pintor Francisco Urbano o el zapatero Juan Palomino Olalla.
    Intuyo que no llegaría a ser demasiado exitosa su corta andadura inicial como callista, y lo más probable es que tuviera que retomar su original profesión de zapatero (no me consta la existencia de gremio alguno de callistas entre las sociedades obreras cordobesas de la época, ni creo que hubieran suficientes cotizantes como para constituirlo).

Guerra Ruso-Japonesa
    En un acto antimilitarista y pacifista (“Por la Paz y contra la guerra ruso japonesa”) celebrado en la plaza de toros de Córdoba en enero de ese mismo año, Blas Cabello, tras saludar a la prensa, invocaba el concurso de la misma para procurar que las guerras concluyesen. Sus compañeros en el uso de la palabra fueron bastante más rotundos. Puntas, a la par que pide la Paz Universal, ataca los conceptos de Religión y Patria, y califica a las guerras como el peor de los males de la humanidad; Urbano censura los uniformes; Palomino critica la educación actual que a las guerras conduce y dedica un recuerdo a Luisa Michel; Martínez denuncia la proliferación en el uso de juguetes bélicos (soldados, caballos y sables) y ve en ellos el germen de las guerras; Valdés apuesta por la “Revolución Social” como fórmula para acabar con la guerra.


    
     Ya en el mes de septiembre de 1905, cuando el movimiento iniciaba ya su recesión, volvemos a constatar su presencia en un nuevo acto convocado para protestar por el bárbaro crimen cometido recientemente en la Rambla de las Flores de Barcelona.
      Los anarquistas Cabello, Palomino y Pozo, en tonos moderados, protestaron por cierta campaña orquestada en su contra por sus enemigos y detractores, desmarcándose de la violencia. Se acordó en el mismo, remitir a la prensa madrileña un telegrama de indignación y  protesta contra aquellos periódicos que habían utilizado alegremente el titular de “crimen anarquista”, sin existir pruebas fehacientes para ello.



     El centro obrero de la calle Fitero, en torno al cual llegó congregarse aquel primer obrerismo organizado del siglo XX, fue de los últimos en permanecer enhiesto ante las discordias que ya minaban el movimiento obrero. Proyectos de regeneración moral de la clase obrera, como su escuela o las conferencias de extensión cultural desde él patrocinadas, fueron sucumbiendo, a la vez que sus socios se dispersaban o desertaban de sus filas, hacia finales de 1905.
     Aquí le perdemos la pista durante unos cuantos años a nuestro zapatero y  proyectado callista con raíces obreristas.
     Supongo que, el hecho de haberse señalado por su militancia sindical anarquista, no debió de resultarle de gran provecho a la hora de hacerse de la suficiente clientela como para vivir de los pies ajenos. Tal vez, se viera avocado a buscarse la vida de dispar manera. Las noticias, entre serias y  jocosas, que sobre él nos proporciona el Repórter X, nos informan sobre ciertas ocupaciones bohemias e itinerantes: malabarista, prestidigitador, hipnotizador (Monsieur Saball) o vendedor de cocos por esas ferias, durante cierto periodo de su vida.

     A partir de 1910 ya reestablecido profesionalmente en Córdoba como pedicuro, parece sentirse atraído por la política.  Iniciará su andadura en las filas del Partido Republicano Radical (Lerroux). Se hará cargo de una de las Secretarías de la Junta Municipal de dicho partido en Córdoba, junto a un joven Eloy Vaquero, que ocupa ya una vocalía, y el también ex anarquista y futuro concejal Rafael Camacho Rus al frente de una de las vicepresidencias.
     También procedente de las filas de la acracia, el zapatero Juan Palomino Olalla ingresaría ese mismo año en un incipiente Partido Socialista cordobés.



     Durante su breve paso por la política, apenas un año, le dio tiempo de dirigir el periódico Fraternidad Republicana y de participar en algún que otro mitin del partido, como el celebrado en el Teatro Circo el 17 de abril, al lado de Luis de Tapia (redactor de España Nueva) y otros, solicitando del gobierno la ampliación de la amnistía recientemente concedida por los sucesos de Barcelona, la apertura de las escuelas laicas, el servicio militar obligatorio, abaratamiento de subsistencias y la abolición del impuesto de consumos.

     
    El Blas Cabello que salta a las páginas de la prensa cordobesa durante el carnaval del año 1911 ya no guarda relación alguna con sociedades obreras ni partidos políticos. Mientras republicanos y socialistas se afanan en preparar un gran mitin en la Plaza de Toros, con la presencia de destacadas individualidades (Benito Pérez Galdós, Pablo Iglesias, Melquiades Álvarez, Rodrigo Soriano…), Blas Cabello, seguido de una retahíla de muchachos, anda por Córdoba vestido de mascara “pregonando al estilo árabe y luciendo la indumentaria apropiada”, haciéndole la competencia y ensombreciendo a la popular comparsa del “Cojo Barrera”.



     A ese mismo tono jocoso e ingenioso responde la siguiente noticia sobre él que se remonta al año 1913. Eugenio Noel, un peculiar personaje, profesional itinerante de la conferencia, recala en Córdoba donde imparte varias charlas patrocinadas por sociedades obreras, círculos políticos e instituciones cordobesas.  
     El tema a desarrollar, lo ponía el propio conferenciante en función del  auditórium contratante. En los medios obreros y republicanos solía recurrir a un regeneracionismo crítico con ciertas costumbres muy arraigadas en nuestro país, llámense corridas de toros o flamenquismo, por lo que sus intervenciones solían suscitar la polémica y las opiniones contrastadas.
      Don Blas Cabello, que ya gozaba de cierto renombre y popularidad en la capital cordobesa, parece ser que indignado por “las ofensas inferidas por Noel a Córdoba donde obtuvo tan cariñosa acogida” promovió la organización de una conferencia “antinoelista”, siendo él mismo el encargado de subir a la tribuna para rebatir los asertos de Noel:






Diario de Córdoba 13 de octubre de 1913

    Ni que decir tiene, que no procede hacer parangón entre la talla intelectual injustamente oscurecida de Eugenio Noel, con la nuestro ocurrente y simpático amigo Blas. Aunque su osadía y atrevimiento jocoso le servirían para ganarse las simpatías del mundo taurino cordobés. Los cronistas taurinos de la época, recurrirían en más de una ocasión a sus humoradas para rellenar espacio en aquellos festejos especialmente insulsos:

Diario de Córdoba 26 de julio de 1914


   Sobre la progresiva popularidad y ocurrencias protagonizadas por este genuino personaje ya nos hemos ocupado suficientemente de ellas en la serie de entradas etiquetadas como “Lo que no hizo Blas” (para quien se le despierte la curiosidad).
    Las últimas noticias que disponemos de él son de la década de los treinta. En junio de 1931, en vísperas de las elecciones de la que saldrían los diputados encargados de redactar y aprobar la Constitución de la República española del año 1931, los gacetilleros de la prensa cordobesa siguen sacándole partido a su ya histórica celebridad guasona:

El Defensor de Córdoba  5 de junio de 1931


    Lo último que conocemos sobre este buen hombre es un poema dedicado "A la mística y evocadora plaza del Cristo de los Dolores" que vio la luz en el prestigioso semanario madrileño Mundo Gráfico (31 de mayo de 1933), donde, dejando al margen su calidad literaria, en la que no entro, hace especialmente gala de su reconocida pasión por Córdoba, su ciudad eterna:




    Si por x o por y, descubriera nuevas facetas merecedoras de publicidad relacionadas con Don Blas, aquí estaremos prestos y resueltos para divulgarlas y contarlas. Aunque creo haberlo estrujado ya lo suficiente. ¡Perdón Don Blas por entrometerme en su pretérita y variada existencia! ¡Ya coincidiremos para departir al respecto! ¡Como haya vino en la Gloria nos tenemos que poner gloriosos!




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