Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

15 mayo 2011

Crónica negra y moral anarquista.


La Moral Anarquista ( Piotr Kropotkin)

   Las navidades del año 1914 fueron especialmente convulsas en la localidad cordobesa de Castro del Río.  La habitual tranquilidad de su vecindario se vio seriamente alterada al perpetrarse un sangriento asesinato.  Uno se sus vecinos asestó con ensañamiento varias puñaladas a una joven que se negaba a reanudar su interrumpido noviazgo.
   La prensa provincial a través de sus corresponsales en la localidad recoge con todo lujo de detalles todos los pormenores de tan horrendo crimen. Se da la circunstancia agravante de que el asesino, una vez detenido, se quito la vida a los pocos días por ahorcamiento en el calabozo en que se hallaba recluido.

  Estamos ante un típico delito de la denominada hoy “violencia de genero” con un triste final, como los que por desgracia se siguen repitiendo en nuestros días, independientemente de riquezas, cultura o conocimiento (la irracionalidad del ser humano que cada día aflora más frecuentemente).


    Este hecho coincide con la presencia en esta ciudad del matrimonio anarquista compuesto por Salvador Cordón Avellán e Isabel Hortensia Pereyra, con residencia en la sede del centro obrero de la calle Colegio 15, donde se ocupaban mancomunadamente de su escuela racionalista, cuyo alumnado había aumentado progresivamente en número.

Salvador Cordón Avellán (1887-1958)


   Para ellos tampoco pasaría desapercibido este suceso, de manera que el propio Salvador Cordón, en posesión de una más que aceptable pluma, remitió desde Castro del Río, escondido en su segundo apellido, sendas crónicas al diario republicano madrileño El País que fueron publicadas, a pesar de los acostumbrados duros ataques que éste y su grupo anarquista "Alas" venían vertiendo contra ellos en la prensa de sus ideas.


   Me limitaré a insertar lo que se publicó al respecto. Solamente pretendo que lean y comparen las diferentes crónicas y saquen sus propias conclusiones. Al final aportaré las mías. 


Diario de Córdoba 27 de diciembre de 1914






   La remitida por Antonio Pérez López Toribio para el Diario de Córdoba se trata de una crónica extensa y muy descriptiva, recogiendo todos los pormenores del crimen, pero sin entrar en valoraciones morales. Solo menciona la normal “protesta unánime de todos los vecinos del barrio donde ocurrió el suceso y del pueblo en general”

   He optado por hacer las oportunas comparaciones entre la noticia que publica El Defensor de  Córdoba, con las precisas crónicas de Salvador Cordón Avellán que aparecen en El País.
   Salvador Cordón en su escueta crónica del suceso atina de lleno en el asunto de los malos tratos como motivo de la ruptura de la pareja, entrecomilla “relaciones amorosas” y se refiere a esos interrumpidos idilios “que de todo tendrían, menos de amorosos”. Omite detalles y sólo menciona la “honda emoción” que ha causado el suceso en la población.
   El corresponsal de El Defensor refiere también los malos tratos que el asesino tenia para con su exnovia y toda su familia, y que había llegado, incluso, a pegar a todos. Aflora también en ella la ancestral costumbre de la autorización paterna previa para legitimar los noviazgos, que el padre de ella le había denegado al causante del asesinado, que presuponemos como motivo esencial de su ira y fatal resolución.
   Lo que era “honda emoción” para Avellán, para este otro es “indignación popular” y ánimo de venganza. Aunque una vez capturado el asesino alaba el comportamiento ciudadano “que no hizo acto de hostilidad alguna contra él, y ahogó la rabia que por su obra sentía”.

Calle Alta


   Donde definitivamente se plasman los presupuestos de la moral anarquista, de humanitarismo, de solidaridad para con todas las víctimas, es en las aun más sintéticas letras que Cordón escribe cuando tiene conocimiento del suicidio del asesino:

 “La vindicta pública queda satisfecha. Eran muchos los ciegos que pedían la vida de Juan Bello Ramírez. Ya la tienen. Acuérdense ahora de la infeliz madre de Bello, que agoniza. La de la otra familia, la de la muerta a manos del “amante” que no supo o pudo vivir la vida después de la tragedia. ¡Acuérdense!


  No es el caso de El Defensor que al hacerse eco del triste fin del asesino, tras informarnos detalladamente del como, del donde y el cuando, termina la noticia con un corto párrafo con moralina que me ha dejado perplejo:

 “Debe servir de ejemplo el epílogo que ha tenido su vida, a los que ciega y desenfrenadamente siguen las doctrinas de ciertos elementos maquiavélicos, que hace tiempo perturban las pacíficas costumbres de esta tranquila villa”.

  Doy por hecho de que el elemento local católico, apostólico y romano no debería de ver con muy buenos ojos el arraigo del anarquismo entre su población y/o feligresía, pero ¿Como para llevarlo a estos extremos torticeros? Creo que el adjetivo maquiavélico que utilizan, casi les rebota en su propia cara. Es más, esa actitud de mesura y rabia contenida entre los habitantes tras el asesinato hasta la creo condicionada por la nueva moral que terminaría por hacerse con su hueco.

  Recurriré a un artículo de Isabel Hortensia, compañera inseparable de Cordón, que viene como anillo al dedo para cerrar este asunto. Las referencias no son a la población cordobesa de Castro del Río sino a la malagueña de Montejaque, su siguiente destino (aunque su denuncia es extensible). Fueron publicadas en Tierra y Libertad en febrero de 1917:

Isabel Hortensia Pereyra Dagedo (1895-1975)



1 comentario:

  1. Después de romper la baraja, tengo que retractarme de mi propósito inicial para echar mano a una vieja y manoseada nueva baraja que dormía en el rincón más recóndito del cajón último del aparador.
    Motivos: una valiente y anónima tocadura de "wevos" por parte de algún individuo/a que dice conocer mis tonturas desde “chiquitito” y que se atreve a cuestionar, con su baremo, mis logros (éxito) en la vida. Le supongo salido de las reaccionarias filas de la caverna y me reprende por limitarme a ejercer ese derecho a la libertad de expresión que me reconoce y concede la constitución española.
    Parece como si el librepensamiento del que orgullosamente hago gala no fuese demasiado acorde con los presupuestos ideológicos de determinados pastores.
    Lo que no estoy dispuesto a consentir, bajo ningún concepto, que me den “julepe” llevando el as y el tres.
    ¡Echa cartas! Continuemos con la partida.

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